Poema de domingo.- Vive y vibra el ideal republicano de Juárez.-

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Bernardo Elenes

Poema de domingo.- Vive y vibra el ideal republicano de Juárez.- Jesús Corral Ruiz y su formación liberal.- Rafael Ángel Rentería y Ángel Minjárez, le dieron vida al Himno al Benemérito que cantaron miles de niños de todas las escuelas de la ciudad en el TOG, hace más de 50 años.- Le ofrendo una Invocación a Juárez

Bernardo Elenes Habas

Hace 217 años, en lo intrincado de la sierra oaxaqueña, nació Benito Pablo Juárez García, indio zapoteco, de piel color de tierra, pero de ideas claras, como la libertad.

En la humildad de una choza herida por los vientos fríos -remanentes de la transición hacia la primavera-, lanzó su primer grito por la vida, un pequeñito indefenso, que luego perdió a sus padres y que el destino comenzó a forjarlo no en escuelas, ni bajo el cuidado de sus mayores, sino en el trabajo rural, aprendiendo desde esa tierna infancia el idioma de las aves, la voz de ríos y arroyos, el murmullo nupcial del aire en el follaje de las arboledas.

Juárez se convirtió en un hombre con todos los paisajes de México en su rostro, como los indios de mi Patria. Por dentro traía mil voces. Y las imágenes de sus antepasados y de los desheredados de selvas, montañas y cañadas, se multiplicaban en su cara impasible y en el ideal que aprendió del horizonte, del cielo infinito, de la sierra interminable, la que se volvía parte de su sangre y se le convertía en rayo para construir la historia y abrir los caminos del nacionalismo, la igualdad, la justicia.

Es, sin duda, apasionante el recorrido humano de Juárez.

Su fe granítica en el hombre. Su decisión por aprender y crecer en el tejido social y político de su tiempo. Su pasión por dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, derrumbando bronces tutelares. Apartando los bienes del Estado y de la Iglesia, en épocas en que la soberbia gobernaba desde los altares.

Juárez, fue defensor sin treguas de la legalidad republicana. Colocó la primera luz de la democracia en el corazón de México

Desde la sierra de Oaxaca, desde su corazón de indio, desde la humildad más desesperante, desde el hambre, el abandono, la miseria, trajo su ideal a cuestas, hasta depositarlo en el alma mestiza de los mexicanos, para demostrar que cuando el hombre quiere, puede.

El quiso ser presidente de la República, y lo fue.

Hoy, muchos políticos solamente lo invocan por conveniencia y necesidad de los tiempos. Otros, pretenden ignorarlo. Pero eso sucede entre el tejido opaco de una clase en extinción, porque la doctrina de Benito Juárez García, vive, arde, vibra en el alma de los mexicanos.

El ideal juarista fue, y es, bandera de muchos cajemenses. Fui testigo de las pláticas y la fe liberal que don Jesús Corral Ruiz, desde su Diario del Yaqui, barca de letras que fundó y desde donde libró batallas tutelares en las que desgranaba su admiración por el Benemérito de las Américas.

Había alcanzado, el legendario director del Diario, el Grado 33 dentro de la Masonería, siendo muy joven, merced a sus conocimientos y su hechura de hombre de bien.

Siempre lo visitaban en la Sala de Redacción, integrantes de Logias de la Masonería Regional, como la Hiram 13 y la 5 de Febrero. Yo escuchaba sus pláticas, porque él me confería el privilegio de cubrir esos singulares encuentros enmarcados en el triángulo de la vida y el trayecto universal de los seres que se mide –decía- con el compás y la escuadra, con las ideas liberales, con la visión dispuesta hacia el futuro, a pesar de las tormentas.

Recuerdo bien que una mañana del sábado 16 de marzo, faltando 5 días para el 179 aniversario del natalicio del Benemérito, llegaron al Diario integrantes y dirigentes de diversas Logias, quienes constituían el árbol liberal de la Gran Logia de Estado Sonora, misma que conducía como Gran Luminar y Gran Maestro, Alejandro Galindo Ortega.

Ahí, presentes, Ramón López González, Teodoro Denis Muñoz, Maximino Alvarado Simental, José Mario Navarro, Ricardo Mora López, Julio César Rodríguez López y Ramiro Galindo.

Después, don Jesús me narraría su experiencia como uno de los fundadores de la Logia 5 de Febrero, en la ciudad, y la contribución de la misma en el desarrollo comunitario, atendiendo necesidades de la juventud estudiosa a través de becas, fomentando la luz en los caminos de los librepensadores.

El presidente Luis Echeverría Álvarez, decretó 1972 como el Año de Juárez. Y Cajeme tuvo una importante participación cívica en esa conmemoración.

Fungía como alcalde el doctor Carlos López Arias, quien recibió con beneplácito el trabajo literario-musical del poeta Rafael Ángel Rentería González y del músico Ángel Minjárez Osuna, quienes le dieron vida a un himno dedicado al Benemérito.

Lo trascendente fue que Rentería González y Minjárez Osuna, con el apoyo de Gaspar Juárez López, empleado municipal y el entonces secretario del Ayuntamiento, Fernando Arreola Rodríguez, conjuntaron a todas las bandas de música de Ciudad Obregón para que, en un acto trascendente realizado en el Estadio Tomás Oroz Gaytán, entonaran, junto a un coro monumental conformado por miles de alumnos de las escuelas de la ciudad, el citado Himno.

Pero además, el día de la presentación se enlazaron todas las radiodifusoras locales, y las notas de las bandas abrieron sus pentagramas junto a la voz maravillosa de los niños, brotando el “¡Oh insigne Benemérito!/ De las Américas guía,/ tan grande ha sido tu mérito,/ que la Patria agradecida/ perennemente a Tí unida,/ te nombra Prócer Eterno/ con cariño y pleitesía./ ¡Benito Juárez García!/ Hombre epónimo y capaz,/ vas delineando horizontes/ con tu valor y osadía/ mientras más alto remontes/ siempre en busca de la paz/ y expresando tu ideal/ Un Indio, que siempre fuera/ por praderas y montañas/ viviendo en una ilusión,/ e hilvanando su quimera/ con sonidos de su flauta,/ llegó hasta la augusta silla/ que gobierna la Nación”.

Los niños de ayer, que participaron en esta hermosa odisea, deberán rebasar hora los 60 años de edad, y en verdad sentirse orgullosos de pertenecer a una generación actuante y forjadora de historia al lado de sus maestros, padres de familia y autoridades. 

Ahora, en el aniversario 217 del natalicio del Indio de Guelatao, ofrendo una Invocación a Juárez, que publiqué por primera vez hace 38 años: 

I

Has de llegar,

sencillo y renovado, con la brisa de marzo.

Un galope de ideas te presagian, y el tambor tutelar

de nuestra raza

acribilla la noche, golpea con su voz limpia y profunda,

marca el ritmo preciso de tu nombre de tierra.

II

Has de llegar porque haces falta.

Porque hay quienes intentan clausurarnos tu palabra,

exhibirte en las torres como un triste fantasma,

y gritar que no existes. que te has muerto completo,

que tu luz ya no alumbra,

que se han dado los tiempos de abrir los cartabones,

de lucir las sotanas, de clavar en el pecho del hombre

brillantes crucifijos.

III

Has de llegar,

como un torrente de voces desatadas.

Y tu figura enhiesta, con alta dignidad, con gesto firme,

definirá los rumbos de la Patria,

sacudirá la cúpula y sus bronces,

para que caiga la acuosa falsedad,

las prédicas amargas.

IV

Has de llegar,

abuelo, padre, hermano,

Benito de la luz y la esperanza.

Juárez del testimonio ciudadano,

celoso defensor de la justicia,

agitando los textos del Derecho,

exigiendo ante todas las conciencias

que no se pisotee la sangre derramada.

Y pondrás de nuevo en su lugar

a aquellos que se escudan en el dogma,

a quienes mediatizan y engañan,

a quienes hablan de amor y paz y caridad

y azuzan a los hombres a la lucha

con ciegos latidos de rencor,

con bendecidos golpes celestiales.

V

Benito de la luz y la esperanza.

Juárez del testimonio ciudadano.

Ven.

Aquí florece tu semilla.

Aquí se alza incólume tu espiga.

Y no permitiremos

que pase la ignominia.

Tú eres nuestro guía.

El faro singular.

El rompeolas.

La antorcha sustantiva y permanente

que apartará las sombras,

que mostrará el camino.

Enséñanos de nuevo tu entereza.

Queremos construir, junto contigo,

la paz y la igualdad y la justicia.

Abuelo, padre, hermano ven,

que la noche se acerca

y crepita sus dientes subterráneos.

No deberán llorar las cicatrices.

Es necesaria la canción del pueblo.

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