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Bernardo Elenes Habas

Un Corredor Histórico-Cultural para Cajeme.- Crónicas para la historia (No. 122).- Adalberto Anduaga me comentó, alguna vez, que maduraba una propuesta para que se creara una Rotonda de Cajemenses Ilustres.- Por supuesto, un sueño con amor al terruño y a su historia. 

Bernardo Elenes Habas

La idea es de mi amigo, el periodista Adalberto Anduaga Gutiérrez.

El año pasado me comentó que estaba madurando una propuesta encaminada a que el Ayuntamiento contemplara la alternativa de crear en Ciudad Obregón, una Rotonda de Cajemenses Ilustres.

Cuando cayó la Dworak

Lo alenté en su propósito. Porque considero que no sólo de pan vive el hombre, y es necesario rescatar la memoria histórica civil de la comunidad, tal como lo imagina y sueña Adalberto, debido a que esa visión de grandeza por el pasado pone de manifiesto el amor a las raíces de donde proviene.

Incluso, comenté en una de mis Vertientes, que si no fuese una rotonda, bien podría conjugarse ese anhelo del periodista editor del programa cibernético “La Kapirotada” y columnista en el periódico digital “Vanguardia”, integrándolo a una galería de fotografías y datos históricos que podrían ser parte de un museo que contenga la historia inédita de esta cabecera municipal asombrosa que lleva el nombre del general Álvaro Obregón desde el 30 de julio de 1928, y que hasta esa fecha, sencillamente se llamaba pueblo de Cajeme.

Tiene profundidad el anhelo de Adalberto, porque si la Administración que encabeza el alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado se decide a proponer ante cabildo esta idea, estaría heredando a las nuevas generaciones la oportunidad de conocer, sentir y vivir a personajes que se distinguieron por su aportación al desarrollo de Cajeme desde su fundación y el devenir postrero.

En esa rotonda, o bien galería mural, se incluirían gráficas de hombres y mujeres hasta ahora ignorados. Quienes pusieron en los cimientos sobre los que se levantó la comunidad, una gota de fe, de sangre y de compromiso por su terruño.

Callejón Miguel Alemán

Es decir, se rebasaría el viejo adagio de que la historia la escriben los vencedores, para abrir esas páginas, también, a quienes con sus manos hasta ahoraanónimas, trazaron calles, edificaron escuelas, iglesias, estadios, le dieron ritmo y música con sus instrumentos a las familias, hicieron literatura, periodismo, fotografía, pintura, cultivaron la tierra, fueron locutores, mecánicos, guardianes del orden, se distinguieron como bomberos, entre muchos oficios y artesanías que dignifican la capacidad creativa y responsable del pueblo.

No hay un referente que defienda y rescate ese trazo de memoria olvidada.

No existe un monumento colectivo de brazos y manos emergiendo desde la tierra misma de la ciudad y del Valle, que simbolice en el bronce, a quienes construyeron esta comunidad asombrosa que ha crecido con alas propias.

Lo dije hace tiempo. Si en Cajeme no hubieran existido soñadores como Manuel J. Zavala, Jesús Corral Ruiz, Miguel Mexía Alvarado, Bartolomé Delgado de León, Claudio Dabdob Sicre, Oscar Sánchez Márquez, Rogelio Arenas Castro, Ramón Iñiguez Franco, y ahora Adalberto Anduaga, no estarían vivas, realizadas, las obras que fortalecen el alma de la ciudad, haciendo realidad lo que parecía imposible, tal como lo define, con un chispazo de luz, Adalberto Anduaga Gutiérrez.

Cabildo de Cajeme 2018-2021.

Por supuesto que esa galería podría ser parte de un museo que refleje la raíz primigenia de la ciudad, de Cajeme, que bien podría erigirse en el terreno abandonado donde funcionó hasta 2018 la escuela primaria Fernando F. Dworak, en calles Zaragoza, Coahuila y Durango.

O, bien, si en el proceso de compra-venta del callejón Miguel Alemán, el Ayuntamiento reservara un espacio suficiente para utilidad pública, y crear, así, el Corredor Histórico-Cultural de Cajeme.

Proyecto ambiciosos que, desde luego, no sería concluido en una sola administración pública, sino como todo ser vivo, impulsado a crecer, a transformarse, hasta alcanzar las alas de la historia.

Cierto, mi querido amigo Adalberto, se vale soñar, porque no sólo de pan y política vive el hombre.

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