Se dice que las crisis sacan lo mejor o lo peor de la gente y queremos suponer que en el caso del Covid-19, la inmensa mayoría ocupa la primera opción, solo que la segunda es más llamativa al manifestarse en agresiones a personal sanitario; desacato estúpido a medidas restrictivas de movilidad, y lucro de oportunistas, que mediante machincuepas legaloides, quisieran sabotear los esfuerzos para cuidar la salud de la gente y en muchos casos, salvar vidas.
Monumental la magnitud de los retos por la pandemia que a nivel mundial ha cobrado más de 200 mil vidas y contagiado a casi tres millones de personas y que en México, que apenas arrecia, de acuerdo a la tendencia, para este domingo ya habremos llegado a los 14 mil casos y superar los mil 400 muertos, de los cuales 24 aporta Sonora, con 214 contagiados, que si bien aún son cifras manejables, según expertos en un par de semanas más ya no lo serán tanto.
Se habla mucho, se declara mucho y se hacen muchos discursos respecto a funciones esenciales de todo el personal de salud que se bate en las trincheras y en el primer frente de la guerra contra la pandemia, así como integrantes de corporaciones de seguridad pública; también de empresas e instancias de gobierno que prestan servicios esenciales a la población, pero se han olvidado que en esta confrontación histórica, es fundamental lo esencial que somos todas y todos para superar esta crisis.
Somos esenciales porque en nosotros queda que el heroico esfuerzo de personal sanitario consiga sus objetivos con el apoyo de integrantes de instancias de seguridad pública dedicados a convencer a esos que no se consideran esenciales para que lo sean, ya que con su negligente irresponsabilidad son y serán factores que podrían llevar a que se rebase la capacidad de atención del sector salud de la entidad.
Todos somos esenciales o todos deberíamos ser esenciales y corresponder de esa forma a quienes se parten el lomo a costa de su propio riesgo de salud e incluso de su vida y a partir que con mucho o con poco, es posible aportar nuestro esfuerzo, sumarnos al esfuerzo de todos, para reducir el ritmo de la expansión del Covid-19.
Quien en su sano juicio podría negar el servicio de transporte a un trabajador de la salud; quien en su sano juicio podría agredir físicamente a una enfermera, médico e incluso negarles el acceso a sus viviendas por temor a ser contagiados, cuando por la naturaleza de su trabajo, cubren estrictos protocolos de protección o quien en su sano juicio sale a la calle a provocar a agentes de seguridad pública con charolas que le proporcionan presunta impunidad.
O está el caso de Héctor Contreras Pérez, quien como presidente de la Barra Sonorense de Abogados salió con la estupidez de ofrecer sus servicios legales a elementos de la Policía Estatal de Seguridad Pública, que según él están siendo obligados a laborar sin equipos que eviten ser contagiados, y sí, alguna fobia debe arrastrar el sujeto de referencia contra dicha instancia estatal, porque en su oferta no incluye a agentes de corporaciones municipales ni de la Federación que también se parten el lomo con medidas de protección como cubrebocas y guantes.
En efecto, el Covid-19 puede sacar lo peor de algunas personas, porque si fuera lo mejor, quien fuera por un tiempo subprocurador de Justicia durante la administración de Eduardo Bours, bien pudo ofrecer sus servicios profesionales y los del gremio que representa a ese personal de enfermería y médico que es agredido por insensatos como él, pero no, prefirió meter cizaña entre miembros de una corporación cuya labor ha sido ejemplar en la actual crisis, faltando solo que ofrezca sus asesorías para evitar que vayan a combatir delincuentes si es que no los dotan de un blindaje integral.
Por lo visto, el éxito profesional convirtió en huizachero a Contreras Pérez, cuyo principal logro sin duda es el haber alcanzado la representación de la Barra Sonorense de Abogados a pesar de sus antecedentes, que sin duda son del conocimiento de los integrantes de dicho gremio, así como lo fueron para el resto de los sonorenses.
Contreras Pérez debió andar borracho, drogado o hackearon su cuenta de tuiter, porque ya entrado en estulticias, al conocer que en las instalaciones de Telemax se realizaban labores de sanitización porque uno de los empleados de dicha televisora dio positivo al Covid-19, vomitó algo así como caído el niño ahora sí a tapar el pozo, como si dichas tareas ya las hubiera contratado en sus oficinas sin tener ningún caso detectado o en otras televisoras o empresas de comunicación fuera así.
Lo dicho, alguna fobia, algún agravio real o imaginario arrastra ese abogado o como decíamos, a lo mejor andaba borracho y actuó en consecuencia.
Tampoco faltan quienes invocan el respeto a derechos constitucionales y garantías individuales para oponerlas a medidas de protección y proteger a quienes tienen ocios en la vía pública, como si esos derechos fueran superiores al derecho a la salud y a la vida de las personas o prospectaran mortandad extrema solo por sus pruritos legaloides, a pesar que está demostrado que la única manera de aplanar la curva de contagios y reducir defunciones, es sacar a la gente de las calles y evitar aglomeraciones.
Por supuesto se apela al sentido común y al voluntarismo, pero ante resistencias solo quedan decisiones de autoridad por el bien de terceros.
En fin, después del personal sanitario y de seguridad pública, difícil determinar un escalafón respecto a lo esencial de las tareas de cada quien y de cada cual, que en lo referente a responsabilidades del sector público ante la crisis, resulta público y notorio cómo se está fajando la gobernadora Claudia Pavlovich frente a la contingencia y con ella prácticamente todo su gabinete legal y ampliado.
En el primer frente, en el operativo de tierra, el secretario de Salud, Enrique Clausen y David Anaya Cooley no solo en la coordinación de esfuerzos con instancia municipales y federales para disuadir a insensatos que desafían al virus, si no también atendiendo la incidencia delicuencial tradicional que al menos ha logrado reducir el índice de delitos patrimoniales.
Podría decirse que Manuel Puebla, Jorge Vidal, Víctor Guerrero, Miguel Ernesto Pompa, Horacio Valenzuela, Raúl Navarro Gallegos están en la vanguardia en la formulación y aplicación de estrategias para paliar los efectos de la pandemia y construir esa necesaria plataforma que permita una rápida recuperación, en coordinación a cargo de Natalia Rivera, con Miguel Angel Murillo, Epifanio Salido, Ivonne Andrade, y así, conformando un equipo que mantiene en niveles manejables la crisis.
En esas responsabilidades esenciales no se pueden dejar de lado las que realizan alcaldes y alcaldesas, quienes muchas veces contrario a prédicas pseudoconstitucionalistas tomaron decisiones y aplican medidas, que de no haberlo hecho o de no hacerlo así, la pandemia hubiera escalado y rebasado, destacado el activismo de una Célida López Cárdenas quien incluso determinó medidas extraordinarias de orden presupuestal para estar en condiciones de cumplir con lo que le corresponde.
Se trata de cubrir esos casi 408 millones de pesos que la comuna capitalina proyecta dejar de percibir de ingresos propios y así poder asegurar el funcionamiento de los servicios públicos y operatividad de la administración pública en la ciudad y área rural, para lo cual se reducirán salarios de personal de confianza; cerrarán oficinas no esenciales, se reducirá el gasto corriente, se cancelan las fiestas del Pitic, entre otras decisiones ya en proceso de aplicación.
Por el estilo el alcalde de Cajeme, Sergio Pablo Mariscal también preparándose para lo peor que está por llegar, como ya le llegó al de San Luis Río Colorado, Santos González Yescas, a quien le ha tocado bailar con la más fea dada las especiales características de ese municipio, por su intensa interacción vecinal con Estados Unidos y Baja California, fuertemente impactadas por el Covid-19.
Como decíamos, acá se trata de ser esenciales todos y aportar lo mejor de nosotros mismos dejando atrás protagonismos mediáticos procurando el lucro político o aprovechando la contingencia para despotricar como lo hizo el diputado Gildardo Real, quien como el borras se tiró a matar contra Anaya Cooley por supuestas omisiones en tareas de seguridad para la gente, cuando las estadísticas hablan respecto a que hay una menor incidencia en delitos del fuero común, que en los de alto impacto producto del narcomenudeo, esa es harina de otro costal porque en primera instancia corresponde combatirlos a la federación.
Por cierto, en todos los esfuerzos para enfrentar la contingencia sanitaria en Sonora, sigue totalmente ausente la estructura federal con un superdelegado Jorge Taddei en calidad de desaparecido, y vamos, hasta del delegado del IMSS,Edgar Jesús Zitle García nada se sabe de él, en comparación de otros titulares de organismos de Salud, como es el caso del del ISSSTESON, Pedro Angel Contreras López, a quien nos lo reportan al pie del cañón y dando la cara a la derechohabiencia del citado organismo.
Por lo demás, a estas alturas del partido se nos figura muy prematuro el anunciar que el próximo 1 de junio, a más tardar, los niños y jóvenes de todo el país regresarán a clases, cuando, de acuerdo analistas, si se ponen frente a frente las primeras semanas de pandemia de México y Estados Unidos, el resultado revela que la situación actual en México es mucho más preocupante de la que tenía EE.UU. en esta misma etapa de la crisis.
Sin tomar en cuenta dicha prospectiva, el secretario Esteban Moctezuma aseguró además que el ciclo escolar se concluirá el 17 de julio, en lo que se nos figuran cuentas alegres frente a los negros presagios debido a la tardía estrategia federal ante la contingencia, ocurrencias y frivolidades presidenciales y demás, que en todo caso dejan abiertas las posibilidades de reinicio escolar en entidades donde sí se actuó con responsabilidad como es el caso de Sonora, al menos en algunos municipios.
De destacar que desde el mismo martes 17 de marzo cuando se adelantó el receso por semana santa, se intensificaron las tareas para facilitar el acceso y uso de las diversas plataformas tecnológicas de educación en línea que incorporó a la comunidad escolar y padres de familia en esos procesos de aprendizaje a los que se incorporó también Telemax y hace unos días, la Televisora Grupo Pacífico, para en conjunto poder salvar el ciclo escolar para estudiantes de nivel básico.
Ojalá que le atinara el titular de la SEP en sus cálculos, pero por sí o por no, en Sonora se trabaja en función de previsiones extremas, con la esperanza que la pandemia no se extienda a municipios limpios y al menos ahí arrancar con clases presenciales.
