¿Se avizora una lucha de clases?.-

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Bernardo Elenes Habas

¿Se avizora una lucha de clases?.- Ese enfrentamiento es propiciado por el mismo presidente de la República, sin pensar que podría revertirse en una batalla humanista de conciencias.- El proceso electivo del pasado 6 de junio generó una nueva “Falla de San Andrés” en la Ciudad de México, que divide al pueblo.

Bernardo Elenes Habas

El proceso consumado de las elecciones del 6 de junio, con el arrasamiento propiciado por Morena en la Costa del Pacífico, pero en contraparte sufriendo el sacudimiento político-telúrico en la Ciudad de México, donde se generó una nueva “Falla de San Andrés” que divide subjetivamente la pradera de asfalto y hierro en conservadores y liberales, es muy significativo y permite espacios para el análisis y la interpretación.

De entrada, se advierte que esos signos definen el complejo camino que deberá transitar el partido oficial hacia los comicios presidenciales del 2024.

Desde ahora, Morena y su núcleo vital enclavado en la presidencia de la República, pierden la capacidad sobrada que disponían para construir la ingeniería política que los conduciría a refrendar como gobierno, porque se ha demostrado que no son invencibles como todo lo hacía suponer y que tendrán que dedicar más tiempo a practicar políticas justas e igualitarias, si quieren conservar su base social.

Es que ellos mismos cifraron su campo de acción en los segmentos poblacionales empobrecidos -lo que no es reprochable-, pero olvidando a las clases medias ¡a quiénes se les declara culpables y se les castiga con la indiferencia por cometer el terrible delito de aspirar a mejores niveles de vida!

Y en esa ley no decretada pero si ejecutada, se incluye con más razón a los estratos que si gozan de lo superfluo -los ricos, pues-, y quienes, de acuerdo a la filosofía de AMLO, no merecen la atención del gobierno, por lo que los organismos oficiales, hombro con hombro con su partido, deberán concretarse a trabajar con y por el pueblo que sobrevive con un plato de comida, un par de zapatos y un cambio de ropa, enardeciéndoles su patriotismo para que no abandonen jamás la regla de oro de la 4T: nacer, crecer, abortar los sueños de progreso y morir…

El vendaval de las elecciones, junto con el “incidente” (como dijera la Jefe de Gobierno de la Ciudad de México) de la Línea 12 del Metro, propició, también, que entraran en conflicto los visibles aspirantes a relevar a Andrés Manuel López Obrador el 2024, Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, tejido al que no se atreve a asomarse siquiera Alfonso Durazo, porque la ira de AMLO lo convertiría en estatua de sal por desobedecer los mandatos divinos.

No puede ocultarse, pues, que AMLO, siguiendo la anacrónica y odiada tradición priísta venía cultivando la personalidad, los valores, principios y cualidades político-sociales de Claudia y Marcelo, pero, sin advertir que agazapados y mirando por sobre sus hombros, había y hay quienes desde el interior del lopezobradorismo movían y mueven la fragilidad del escenario para que se derrumbe y caigan los actores principales a la mitad del foro, en los prolegómenos de la función.

Le quedan, al Mandatario, ante la evidente descomposición de sus planes de heredad presidencialista, dos posibles caminos: 1.- Resarcir las heridas de sus alfiles, convenciendo al pueblo bueno y sabio que esos libretos de odio escenificados en la tragicomedia nacional, los escriben los conservadores, los malos, las clases media y alta, “los aspiracionistas”, los intelectuales, los periodistas chayoteros, los fifís, para dinamitar la 4T y sacar del juego a Claudia y Marcelo. 2.- Preparar y hacer uso de un tercero en discordia para su relevo dentro de tres años, que bien pudiera ser su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller, Calos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Napoleón Gómez Urrutia, Arturo Herrera (aún secretario de Hacienda), Manuel Bartlett, o bien Arturo Zaldívar, a quien le viene apostando todas sus fichas para hacer efectiva la extensión ilegal del mandato constitucional en la SCJN.

El desenlace de las elecciones del pasado domingo 6 de junio, si movió fuerte la mesa de guerra, donde el presidente recrea y practica a priori las batallas que le conferirán categoría de héroe de la patria, derrumbando sus proyecciones triunfalistas, haciendo rodar a sus generales otrora victoriosos, los que no se levantarán con el impulso de programas sociales, porque se abrieron más frentes en el escenario nacional, contra los que tendrá que contender con urgencia.

Entre las líneas de combate que no podrá eludir, se encuentran los debates que vendrán en la nueva conformación de la Cámara de Diputados a la hora de impulsar reformas, o las arremetidas de entidades poderosas como Nuevo León y Jalisco desde su estructura de pueblos rebeldes, exigiendo un federalismo justo, sin el beneficio de justicia y gracia para los amigos, y la ley a secas para los enemigos.

Los que vienen, pues, serán tiempos difíciles. Donde las mujeres demostrarán que no las mueven conciencias extrañas en sus demandas, sino el grito de respeto y justicia por sus vidas amenazadas, que les nace desde la sangre. Los organismos de familias heridas por la violencia, como el que preside el poeta Javier Sicilia, volverán a marchar hasta que se les escuche y atienda y nadie los ofenda diciéndoles que son actores de comedias que dañan la investidura presidencial. Los pueblos originarios que arrojarán al basurero de la historia la escenificación redentora de perdón por los agravios sufridos en su horizonte existencial, exigiendo con voz de sierra y de desierto, ¡justicia y más justicia!

Se avizora una lucha de clases impredecible, convocada con proclamas polarizadoras y de odio emitidas cada mañana por el mismo presidente de México, sin imaginar que su siembra podría transformarse en una batalla humanista de conciencias, exigiendo el respeto a la democracia y a no permitir la destrucción del alma de la Patria.

Le saludo, lector.

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