Luego de los sismos de septiembre de 1985, el gobierno federal implementó lo que llamó la descentralización de la vida nacional, fortaleciendo capacidades ejecutivas de delegaciones de secretarías en Estados, además de impulsar la desincorporación de servicios educativos y de salud.
En sus afanes por seducir la voluntad del electorado, el entonces candidato a la presidencia y luego presidente, Andrés Manuel López Obrador, anunció que a excepción de la Presidencia, Gobernación, Hacienda, Relaciones Exteriores, Defensa y Marina, que se mantendrán en la Ciudad de México, el resto de las dependencias federales tendrían su sede en diversos estados del país.
Desde Turismo hasta Desarrollo Social; desde la SEP hasta el IMSS; desde la SCT hasta el SAT, toda la estructura federal se mudaría, se dispersaría por todo el país, tocándole a Sonora el área de Agricultura de la SADER, y no sobra decir que tales pretensiones resultaron un fiasco y no solo eso, sino que la tendencia es a la inversa.
A fin de cuentas, la sostenida tendencia del gobierno de la 4T ha convertido la estructura federal en Sonora en meras ventanillas de trámites y todo se resuelve en “oficinas centrales” e incluso su conducción es a través de encargados de despacho, bajo la estricta supervisión del superdelegado Jorge Taddei y todo indica que la centralización está por dar un salto cualitativo.
De hecho, en su gira por Baja California, el presidente anunció que el IMSS, no solo no mudará su sede a Puebla, sino que tomará el control de los hospitales públicos que hoy manejan los gobiernos estatales, o sea, alrededor de 120 nosocomios de todo el país pasarán a ser parte de dicho organismo y no tarda en anunciar que hará lo mismo con el sector educativo.
Y la verdad es que desde la perspectiva de las soberanías estatales poco o nada se hará en materia de resistencia a esas pretensiones centralizadoras, ya que como se sabe luego de la elección reciente casi la mayor parte de los ganadores de gubernaturas son incondicionales a la voluntad presidencial y el entreguismo es su sello principal.
Así como es el caso de la anunciada mudanza de la estructura federal a los Estados, es el caso de la intensa campaña que el entonces candidato presidencial desplegó en contra de la utilización de nuestras fuerzas armadas en tareas de seguridad pública y su compromiso de regresarlas a sus cuarteles si el voto popular lo favorecía.
No es ninguna novedad el hecho de que en lugar de cumplir con ese artículo gancho electoral, exacerbó la presencia militar en tareas de seguridad y en otros sectores de la vida pública de México, en lo que se considera como la mayor engañifa perpetrada por un político al pueblo de México.
Al principio trató de disfrazar la militarización creando un bodrio, un híbrido denominado Guardia Nacional bajo la conducción de un presunto mando civil que resultó en un monumental fiasco hasta por el presidente reconocido, al anunciar que ese cuerpo castrense pasará a la estructura de las fuerzas armadas, cual debe de ser, porque sus integrantes provienen de sus diversas ramas, realizan las mismas tareas y solo se diferencian por los colores de sus uniformes y de sus vehículos.
Contrario a lo que decía antes, ahora asegura que resulta un absurdo no usar a las fuerzas armadas en labores de seguridad pública y tiene razón luego del exponencial crecimiento de la violencia de grupos del crimen organizado, como efecto lógico a la permisividad, a la estrategia de brazos caídos de su gobierno frente a esas bandas, a cuyos capos les dedica reconocimientos y sus respetos, mientras mantiene bajo permanente ataque a medios de comunicación y a las clases medias de este país.
Mitómano y sociópata, López Obrador ha hecho de la mentira y a la fantasía su pan de cada día, sin que lo conmuevan los casi 250 mil muertos por la pandemia Covid-19 o los casi 100 mil homicidios dolosos perpetrados desde que asumió su cargo, en el marco de una percepción donde gansolandia suple a la realidad de México y los mexicanos, sumidos en la incertidumbre por mantenernos siempre bajo riesgo de muerte por el covid o por los narcos, además de la creciente ruina económica.
Sabe en qué mundo viva López Obrador; sabe cuáles sean sus procesos neuronales para comportarse de esa manera y vociferar tantas estupideces en contra de amplios sectores de la sociedad mexicana y sabe porqué no tiene a alguien suficientemente cercano para que lo ayude a poder los pies sobre la tierra y lo haga recapacitar sobre los riesgos de sus políticas públicas clasistas y excluyentes.
Sabe de dónde saque que el país está en calma, que hay gobernabilidad y tranquilidad, mientras las masacres ocurren en todo el país y ya se asoma la famosa tercera ola del Covid-19.
Está por verse cómo nos irá a los sonorenses a partir del 13 de septiembre bajo la conducción de Alfonso Durazo Montaño como gobernador, quien por lo pronto despliega intenso alarde de optimismo respecto a los compromisos de apoyo que ha recibido del gabinete federal y del mismo presidente, aunque tan dinámica es la misma cada seis años independientemente quienes sean los actores.
Nos llama la atención el anuncio del gobernador electo respecto al compromiso del titular de Salud Federal, Jorge Alcocer Varela, quien se comprometió a iniciar un programa de mantenimiento integral de los 479 centros médicos que integran la infraestructura de salud primaria en la entidad, gestión que a lo mejor por motivos partidistas, no ha sido atendida a pesar de los esfuerzos de la gobernadora Claudia Pavlovich.
A lo mejor se trata de los efectos del anuncio presidencial respecto a que el IMSS asumirá el control de toda la infraestructura de salud de los Estados del País, porque en todo caso, si se tienen los recursos para dicho mantenimiento integral de los centros médicos, porqué esperar hasta el 14 de septiembre.
Por lo demás, excelente que el gobernador electo aproveche sus relaciones allá en las alturas de la burocracia federal, que algo caerá en beneficio para los sonorenses, que ya será cuestión de tiempo para ver cómo anda en materia de autonomía y depositario del resguardo de la soberanía estatal.
Por lo pronto, asistió a una reunión junto a gobernadoras y gobernadores electos, con la particularidad de que a tal juntada no fueron convocados quienes también ganaron sin haber sido abanderados por el partido oficial.
Pues nos conformaríamos con la mitad o es más, con el 30 por ciento de los buenos propósitos que cumpla el gobernador electo luego de las entrevistas con titulares del gabinete, además que en los distintos rubros hay mucho camino andado y que si en efecto consigue el apoyo federal, pues se habrá de avanzar otro tramo, sea en materia de salud, agua, derechos humanos o en educación.
O sea, Durazo Montaño no viene a descubrir el mundo y tiene muy buenas bases para desplegar su gestión como gobernador, faltándole para nuestro gusto, un poquito más de autoridad y liderazgo para pacificar a sus mascotas que insisten en una confrontación que concluyó el 6 de junio.
Mientras tanto, todo indica que el activismo electoral reciente está cobrando facturas en la salud y vida de la gente, en el marco de lo que puede ser la temida tercera ola de la pandemia, cuando al menos tenemos cierta ventaja dado el avance de la vacunación, que de acuerdo a cifras oficiales ya alcanza casi 553 mil personas en esta entidad, con al menos una dosis.
Pero de todas formas, es notable el aumento de contagios, de personas hospitalizadas, destacando el acelerado crecimiento de quienes están graves y las que están postradas en estado crítico, en un contexto que ya prefigura que Sonora está por regresar al color naranja del semáforo epidemiológico.
Frente a la irresponsabilidad de la clase política de todos los partidos que desplegaron un activismo abierto y con pretensiones masivas a pesar de los riesgos, destaca el permanente esfuerzo de contención desplegado por la secretaría de Salud de Sonora, sin que haya podido imponer sus convocatorias al cuidado personal frente a la propaganda política.
Es evidente que a la gobernadora Pavlovich y al titular de Salud, Enrique Clausen les esperan aciagos días en el corto plazo en materia sanitaria dada la alta positividad, lo cual ya derivó en la habilitación de nueva cuenta de los centros de detección de contagios y reactivar áreas en hospitales para atender a contagiados.
A ver cómo nos va, y nos irá bien si nos mantenemos bajo buen resguardo; evitando aglomeraciones; salir de casa solo a asuntos indispensables; permanente aseo personal; uso del cubrebocas y caretas, o sea, así como hace más de un año, como medidas fundamentales que nos mantengan fuera de esa funesta estadística.
Por lo demás, reconocemos nuestro gusto por el repunte del PRD en el pasado proceso electoral, ya que mediante la Alianza Va Por Sonora con el PRI y el PAN, rescata su registro estatal y obtiene un escaño plurinominal en el Congreso del Estado, además de formar parte de gobiernos de coalición en 17 ayuntamientos y en dos como gobierno común, en tanto logró colocar regidores pluris en nueve ayuntamientos y ganar un municipio.
