La tormenta que viene.-

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Bernardo Elenes

La tormenta que viene.- Los signos de los tiempos son brutales, están cargados de odio en una Patria que parecía había vivido ya, lo peor de su historia.- ¿Se cierne un vendaval sobre el cielo de México con las elecciones para presidente de la República?

Bernardo Elenes Habas

Los signos de los tiempos son brutales.

Están cargados de odio, en una Patria que parecía había vivido ya, lo peor de su historia.

Pero esas señales que aparecen en el horizonte de México, son hasta ahora terriblemente preocupantes, porque de no existir un cambio de rumbo en la polarización y el fanatismo que existe en la geometría política de izquierda, derecha, centro, desembocará en lo impredecible.

El ejemplo ya está en las calles, con la pérdida de valores y respeto por la vida. Cuando con facilidad e impunidad asombrosa se arrojan cadáveres desmembrados en pueblos y ciudades. Se acribilla a personas dentro de sus vehículos. Se asaltan viviendas y se propician masacres. Esas lecciones no pasan desapercibidas para aspirantes a delincuentes, porque entienden que es fácil matar, destruir, y ellos también podrían hacerlo, sobre todo si hay ganancias económicas o pagos en drogas.

Y, asignaturas tan terribles, comienzan a trasladarse al ejercicio político callejero. A la narrativa popular de gente que percibe que tales comportamientos son parte de los tiempos, del ejercicio político que se vuelve doctrina día a día y que muchos, miles, consideran que debe ejercerse como un evangelio.

Las personas maduras con quienes platico, avizoran una tormenta, «porque las condiciones están dadas para que ésta se desate, solamente falta el pretexto, el momento de desencuentros políticos-electorales, cuando se enciendan los reclamos entre grupos y los gritos podrían volverse golpes, sangre, como ya ha sucedido en otros tiempos, pero no con la magnitud que ahora se dibuja como posible en el ambiente…».

¿De quién depende, prevenir ese posible vendaval? De todos. Pero principalmente de las autoridades porque se constituyen en la fuerza política, legal y moral que puede y debe predicar con el ejemplo, atendiendo el espíritu de la ley y poniendo por delante el respeto a los derechos humanos y la integridad física de las familias, las vidas, pues.

El camino de la democracia no se construye con odios, sino con inteligencia y respeto en la diversidad. Privilegiando el debate de altura, el análisis profundo de ideas y propuestas. La apertura para escuchar y exponer, para que la voz de la sociedad desde cualquiera de sus espacios y definiciones sea permitida y atendida.

Pero cuando prevalece la sin razón y no se atienden alternativas para los pesos y contrapesos ideológicos, cuando las formas de pensar difieren y por ese solo hecho se descalifican y se cierran las puertas, significa que el privilegio para abrir los puentes de la libertad, la democracia, la visión sustantiva y plural de Patria, transita por rutas ciegas, sin horizonte ni puerto seguro.

Es necesario sopesar los silogismos que dibujan los tiempos, avanzando uno o dos pasos hacia el umbral del futuro. Reconociendo el probable desenlace que impondrían las fuerzas desatadas que no pedirán ni darán tregua para hacer valer sus doctrinas, no permitiendo la decisión pacífica e inteligente a través de los votos de las mayorías que anhelan reforzar las raíces y la historia positiva de la Nación.

¿Se cierne una tormenta sobre el cielo de México, con la elección de presidente de la República?

Le saludo, lector.

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