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Entretelones
Samuel Valenzuela

Samuel Valenzuela

Si por la víspera se saca el día, el proceso electoral adelantado por obra y gracia del presidente Andrés Manuel López Obrador, alcahueteado por el INE, será un circo con episodios de pleito de cantina y de callejón para entretener a la concurrencia.

El evidente desprecio por la democracia del inquilino de Palacio Nacional y su voluntariosa tendencia al activismo partidista con cargo al erario, son manga ancha para quienes construyen una elección de estado, con el evidente propósito de regresar al pasado del partido único.

La soberbia y la arrogancia que se traducen en rebuznos en el caso de Heriberto Aguilar, dirigente estatal de MORENA, son la mejor muestra de lo que se viene en los próximos meses, ya que, para no pocos analistas, como de ver dan ganas, los personajes de la oposición al parecer decidieron bajar a su paupérrimo nivel para hacer una disputa entre iguales.

Sylvana Beltrones.

Hay quienes no salen de su asombro porque Manlio Fabio Beltrones “cayó en la provocación”, del rústico dirigente morenista al tildar de mediocres e improvisados a gobiernos de MORENA, en respuesta a que, en el caso del exgobernador sonorense, en ese partido se reservan el derecho de admisión, dijo el guaymense, como si hubiera la posibilidad de que Manlio quisiera migrar del PRI.

Desde nuestra perspectiva esos dimes y diretes a los que Aguilar sumó a la senadora Sylvana Beltrones, mantienen un buen nivel, ya que el ejemplo de torpezas como extitular de la SIDUR, es solo un vasallo, un chalán de cuarta del gobernador Alfonso Durazo Montaño y carga maletas y cuida puertas de Claudia Sheinbaum, incapaz de iniciativas propias y sin formación ideológica, que solo cumple su parte en una diseñada estrategia de confrontación a estas alturas de las campañas anticipadas.

O sea, Heriberto Aguilar solo es el mensajero y por eso el exgobernador de Sonora respondió a los remitentes y no se diga su hija la senadora, quien puso de vuelta y media al mequetrefe, quien obviamente fue acicateado por sus dueños luego de semanas de inocuidad mediática y urgidos de distracciones, uno porque a falta de pan semitas en materia de resultados y la otra, agobiada por la creciente presión del Frente Amplio por México.

De todos conocida la animadversión de Durazo Montaño hacia cualquier cosa que esté ligada al exgobernador de Sonora e incluso, dicha inquina y mala entraña ha sido uno de los ejes de su administración y lugar común de sus discursos y declaraciones, odio cuyo origen debe ser que el destapado para la gubernatura en la elección de 1991 fue el de Villa Juárez y no Luis Donaldo Colosio y acrecentado al paso del tiempo luego del asesinato del de Magdalena.

Heriberto Aguilar.

Aparte de esas cobranzas por interpósitas personas, resulta extraña la estrategia de los titiriteros del vocinglero dirigente morenista, contra una oposición que según cuchareadas encuestas están en la lejanía y carecen de competitividad, lo cual da lugar a elucubrar que, en efecto, tales ejercicios demoscópicos solo son faramallas con propósitos de generar desánimo social y que esos numeritos carecen de sustentación.

Cumpliendo la misma ordenanza, El Heri arremetió contra su homólogo del PRI, Rogelio Díaz Brown, lo cual de plano ya resultó un exceso para efecto del valor y resultados de la gestión del dirigente priista como alcalde de Cajeme, en comparación del desastre que ocasionó Sergio Pablo Mariscal y ocasiona Javier Lamarque Cano en todos los rubros de la administración de ese municipio.

Ni tardo ni perezoso “El Roger” puso una tunda a su colega del partido de enfrente, en el marco de un comportamiento beligerante inédito, al menos para nosotros, cuando incluso entró en una espiral de confrontación con su excompañero de partido, Ernesto de Lucas Hopkins, pitorreándose de la estrategia de Movimiento Ciudadano contra las altas tarifas de la Comisión Federal de Electricidad.

El cajemense tildó como “amparo patito” el que promueve “El Pato” y que el que anunció el PRI va en serio, a lo que el expriista contestó que amparo es el que debería tramitar por su participación en la estafa legislativa, esa que según esto se perpetró cuando Díaz Brown era diputado del Congreso del Estado y que dejó en estado desconocido el destino de millonaria suma de su presupuesto.

Antonio Astiazarán Gutiérrez.

En la escalada de dimes y diretes y ya embarcado en la provocación, el dirigente priista acusó al de plumífero remoquete de estafar al PRI durante su dirigencia y le exigió regresar la diputación plurinominal que ahora ostenta, lo cual debió causar un ataque de hilaridad del de Magdalena, sin que tengamos alguna noticia a estas horas de jueves si hay algún agregado en ese intercambio de moquetes verbales entre quienes parecen ser presa de malas pasiones.

Pues al menos en el caso de la Sylvana, “El Pato”, “El Roger” y el mismo Beltrones, hacen un esfuerzo en favor de miles de familias sonorenses que están siendo atracadas por la CFE, en tanto que Heriberto Aguilar se entretiene tirando sabanazos por encargo y lamiendo verijas sin necesidad de que se lo ordenen, porque esa es su abyecta vocación, esa misma que le permitió como titular de SIDUR, soportar frecuentes maltratadas públicas de parte del gobernador harto por sus frecuentes rebuznos.

Para todos tiene el dirigente de MORENA menos para la CFE de su adorado Manuel Bartlett, a quien por cierto ese partido no le reservó su derecho de admisión, así como tampoco a esa inmensa mayoría de impresentables del priismo setentero convertidos en ese proletariado terlenka y falsario que tienen de liberales y progresistas lo que este reportero tiene de sacerdote.

Y también extraño el que acérrimos críticos al culto a la personalidad que se cultiva en torno a López Obrador, en sus elucubraciones editoriales exuden desbordante adoración y expresiones de amplio reconocimiento a las habilidades de Beltrones Rivera y se desvivan por proclamar su eterna vigencia en la política regional e incluso nacional, sin que la neta sea para tanto, ya que en el aludido por lo regular esas lambisconeadas generan solo sonrisas de comprensión y a veces gestos de hastío.

Natalia Rivera Grijalva.

En este ambiente de dimes y diretes, el que insiste en tirar sombra es el coordinador nacional del Picnic Naranja, Charly León, bien entrado en cuestionar la gestión del presidente municipal de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez, quien al parecer ni cuenta se ha dado de las esporádicas catilinarias del mencionado, porque se ocupa en asuntos más importantes.

Por lo pronto, de acuerdo con la encuestadora Mitofsky El Toño está en el segundo lugar de aprobación ciudadana de entre alcaldes de las grandes ciudades del país y sólo quien no quiera ver, pudiera asegurar que no hay buenos resultados en materia de infraestructura, eficiencia administrativa, seguridad pública, servicios públicos, avances tecnológicos; apoyo al deporte en comunidades rurales, pavimentación y bacheo y en la prestación de servicios públicos.

En poco más de dos años Hermosillo se ha convertido en un mejor lugar para vivir, para trabajar y para invertir y no por nada ocupa el cuarto lugar nacional en generación de nuevos empleos formales y es el tercero en el índice de competitividad urbana, con disminución histórica en la percepción de inseguridad y menor incidencia delictiva, como resultado de la operación de 300 patrullas.

Ahí la lleva El Toño y ahí la llevamos los hermosillenses que percibimos los buenos resultados de una gestión comprometida y que responde a las expectativas ciudadanas que, en el caso del Charly, pues su trabajo de posicionamiento político electoral con críticas mediante la emisión de cápsulas esporádicas en redes sociales, no tienen nada qué ver con el trabajo de tierra en colonias y barrios populares como lo hace casi todos los días su compañera de partido, Natalia Rivera Grijalva, experta en la organización territorial de la gente.

López Obrador.

Y este ciudadano forjado en la izquierda y en la lucha social hasta que el periodismo nos abrió las puertas, también no sale del asombro por el atrevimiento histórico del presidente López Obrador de tratar de deslindar de responsabilidades al ejército de la matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco y de la participación de militares en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Que el pueblo uniformado y otras estupideces son con las que el presidente pretende cerrar la pinza de su alianza con las fuerzas armadas luego de enriquecer a sus altos mandos con millonarios presupuestos para ejecutar obras antes reservadas al ámbito civil.

Y sí, ese pueblo uniformado que se quitó el uniforme para como paramilitares masacrar a estudiantes el 10 de junio de 1971 o que se integraron a la Dirección Federal de Seguridad para secuestrar, torturar y asesinar a líderes sociales del campo y la ciudad durante la guerra sucia, resultando grotesco el cinismo presidencial que escupe en el rostro a los caídos y sus familias solo por su afán estratégico de mantener su alianza con los militares para que no se metan en su atentado en proceso contra instituciones de la república y la democracia mexicana.

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