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GABINETE EMPRESARIAL

Como en todas las cosas de la sociedad, todo tiene su tiempo. Se dice que tiempos traen tiempos, y esto se observa de forma continua en la mayoría de los aspectos de nuestra vida.

Hoy, en muchas regiones del país, se enfrenta una realidad: la falta de agua está impidiendo el desarrollo de la agricultura acostumbrada. Este fenómeno tendrá un impacto significativo en diversos sectores económicos. Aunque algunos afirmen que la próxima temporada se podrá reanudar la siembra, la verdad es que este tipo de situaciones afecta profundamente a las regiones cuya economía depende principalmente de la agricultura.

El avance o deterioro económico de una región no se basa únicamente en los resultados de un ciclo agrícola, sino en el aporte acumulativo de cada uno de ellos a lo largo del tiempo. Sin embargo, algunas regiones agrícolas del país enfrentan una crisis inminente: la imposibilidad de sembrar. Ante esta situación, se consideran como respuesta, aunque no solución, apoyos oficiales emergentes.

Además, surge una propuesta: aprovechar esta coyuntura para reconvertir el campo en esas regiones, explorando la producción de otros cultivos y dejando de lado el trigo. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio, el mercado de productos agrícolas en México se ha abierto ampliamente a la oferta externa, particularmente de Estados Unidos y Canadá. Ambos socios comerciales han mostrado un interés constante en exportar trigo y maíz al mercado mexicano.

No obstante, el cambio en los patrones de cultivo no es algo nuevo en México. Por ejemplo, en el Valle del Yaqui, el desarrollo productivo comenzó con el arroz, seguido por el algodón, soya, maíz, sorgo y trigo. Por diversas razones, muchos de estos cultivos dejaron de producirse, y durante muchos ciclos agrícolas, el trigo y el maíz se consolidaron como los productos principales.

Este proceso de reconversión agrícola no fue tan problemático en su momento, gracias a los apoyos continuos de los gobiernos federal y estatal. Sin embargo, los tiempos han cambiado. El cambio climático y los acuerdos comerciales han intensificado la competencia de los agricultores norteamericanos. Ante esta realidad, la reconversión agrícola vuelve a plantearse como una opción viable.

Producir cultivos con mayor rentabilidad y mercado amplio podría ser una alternativa al trigo, cuyos precios suelen depender de subsidios gubernamentales. Sin embargo, la reconversión productiva no es un proceso sencillo. Requiere un replanteamiento completo de las estrategias productivas, financiamiento y comercialización de los nuevos cultivos. Aunque parece fácil en teoría, en la práctica es un proceso complejo.

El acompañamiento del gobierno en todas las etapas de esta transición será fundamental para alcanzar el objetivo nacional de autosuficiencia alimentaria. Esto solo será posible si las propuestas se convierten en realidades. Un ejemplo claro de la falta de autosuficiencia es la importación de maíz, donde México ocupa el primer lugar mundial, a pesar de ser un país agrícola por naturaleza.

El apoyo a la producción agrícola debe tomarse en serio. Es esencial que las regiones cuya economía se vea afectada por la falta de actividad agrícola reciban prioridad en las agendas de los gobiernos federal y estatal.

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