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GABINETE EMPRESARIAL

Desde que se inventó el término inflación en 1568, por parte del teórico francés Jean Bodin, se planteó que este fenómeno surgía a partir de las grandes cantidades de oro y plata.

Con el tiempo, ese término se mantuvo vigente en las economías del mundo para determinar de qué manera la oferta y demanda de bienes y servicios afectaban sus precios.

Este concepto se ha conservado, y en la mayoría de las veces se había establecido que incrementar el precio de la mano de obra de los trabajadores impactaba en la inflación.

Sin embargo, esa aseveración ha sido superada en la práctica, ya que se ha demostrado que, más que afectar negativamente al desarrollo de las empresas y negocios en el corto plazo, el efecto es positivo.

Uno de los principales argumentos a favor es que reactivar la actividad económica impulsa de manera eficaz el mercado interno, logrando que con ello la actividad económica se consolide.

Esto ha quedado demostrado en las principales economías del mundo, donde el incremento a los salarios mínimos ha ocasionado solo un movimiento pasajero de los precios.

Si se busca que la economía de un país ascienda y se consolide como una productora cada vez mayor de bienes y servicios, es indispensable contar con un mercado interno fuerte.

Este mercado debe complementarse con un mercado de exportación sólido, que permita al país un mayor desarrollo en la producción de bienes por parte de las empresas nacionales y la generación de amplios ingresos.

El producto interno bruto, que representa el valor de la producción de bienes y servicios en un año fiscal, requiere sumar y hacer crecer tanto el mercado interno como el sector exportador.

Además del fortalecimiento de estos dos sectores, es crucial la solidez en el manejo de las finanzas públicas y la política monetaria.

Estos tres elementos —mercado interno, sector exportador y finanzas públicas— garantizarán un equilibrio satisfactorio para el crecimiento y desarrollo económico del país, logrando un avance sostenido en la actividad productiva.

Proporcionar mayor capacidad de compra a la sociedad permite alcanzar indicadores de prosperidad social y perfilar la economía nacional hacia el crecimiento, al contar con más consumidores.

El mito de que aumentar el salario mínimo genera inflación ha quedado rebasado en la práctica, ya que la realidad demuestra que este incremento resulta más benéfico que perjudicial.

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