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Por Redacción

Pocas palabras tienen un reconocimiento global tan amplio como “OK”. Solo una supera su nivel de identificación: “Coca-Cola”. Consciente de ese poderoso binomio, la icónica empresa de bebidas intentó en los años 90 dominar ambos términos con el lanzamiento de una bebida que pasaría a la historia más por su rareza que por su éxito: OK Soda.

Pensada específicamente para captar a la llamada Generación X —los adolescentes cínicos, desencantados y rebeldes de los noventa—, OK Soda se desmarcó de cualquier estrategia tradicional de marketing. Su presentación incluía latas con arte en escala de grises, ilustraciones al estilo cómic y frases enigmáticas como “What’s the point of OK?” (¿Cuál es el punto de OK?), buscando conectar con el espíritu anti-mainstream de la época.

El proyecto fue una de las apuestas más atrevidas de Coca-Cola en términos de marca, diseño y posicionamiento. A diferencia de la energía positiva que siempre caracterizó a la Coca-Cola clásica, OK Soda abrazaba el escepticismo y el humor irónico.

Sin embargo, lo que comenzó como una jugada arriesgada y creativa terminó siendo un fracaso comercial. El producto nunca logró una aceptación masiva, y a pesar de su peculiar atractivo, fue retirado del mercado apenas dos años después de su lanzamiento.

Hoy, OK Soda es recordada como una curiosidad dentro de la historia del marketing: un experimento audaz que intentó capturar el espíritu de una generación, pero que no logró convertir la ironía en ventas. Un recordatorio de que, incluso con las palabras más poderosas del mundo, no todo está OK.

Foto de Wikipedia

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