Poema de domingo.-

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Bernardo Elenes Habas

Poema de domingo.- Las familias en México, viven y sufren una vorágine de indefensión, de divisionismo que viene haciendo surcos desde décadas. Pero esa turbulencia perversa se agudizó hace apenas un par de años. Tiempo en que se han profundizado las heridas del odio, la polarización de los ciudadanos, sus sectores y hasta sus creencias y vínculos de sangre.

Se percibe que ante tan amargas circunstancias, las que harán extremo con un proceso electoral ya en marcha envuelto en campañas negras, una pandemia mal atendida desde sus inicios que no pide ni da tregua, y una economía devastada, no dejará más refugio para que los mexicanos concilien su buena voluntad, sus valores solidarios, sus raíces culturales, que el recinto sagrado de la fe. Pero también, su determinación ante las urnas.

El campo subjetivo se constituye en el espacio íntimo que invitará a los seres a reencontrar el sendero de los valores humanos y espirituales, mismos que desde el vértice de cuestionables ideologías y concepciones autoritarias de falsas prácticas políticas, pretenden borrar del alma de sus gobernados personajes de pensamiento absolutista y obtuso.

Bien plasmó en su mensaje de Año Nuevo mi querido amigo Luis Alfonso Valenzuela Segura, el valor esencial de los deseos que emergen del fondo del amor y la buena voluntad: “Nunca me imaginé que pedir a Dios mucha y buena salud para mis hermanos, sería tan importante y fundamental. Y aquí estoy, mi hermano mayor Bernardo, deseando buena salud y prosperidad para ti y familia y aquellos a quienes quieres y te queremos bien”. 

De ese sentimiento, nace mi poema de domingo:

Bernardo Elenes Habas

ALFARERO DE FE

Alfarero de fe, Hacedor de Milagros,

moldea con tus manos, con tu aliento divino,

al hombre que vendrá, el nuevo, el visionario,

el que siembre humildad con su canción de niño.

Dispón el vientre noble de las madres del mundo,

para que sus arrullos alumbren los senderos;

que el parto de la vida quite cercas y muros,

y la bondad renazca en la tierra, en el cielo.

Señor del Universo, Padre infinito y bueno,

hace falta que llegue tu barro vuelto Hombre,

el que traiga en su voz tu Verdad, tu Misterio…

Hace falta que llegue el sol del nuevo día,

renombrando las cosas, bautizando los seres,

con las lluvias de agosto, transparentes, sencillas…

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