Poema de domingo.- Llevo espigas de sal navegando la sangre, y gritos campesinos de olor ejidatario, vistiéndome la piel. Es que me duele Guaymas en el pecho, y Cócorit, Pueblo, se me hace nudo en la garganta, porque conforman las voces solariegas de mis padres…
Sabía que un día habría de levantar con mis manos estos cantos: simples, húmedos, humanos, en los cuales la palabra es golpeada por las olas hasta arrojarla al mar, como náufrago hambriento o caracol áspero, donde el viento ensaya los tonos de la vida, el dolor, la angustia, el amor, la muerte… Son cantos de pescadores, recolectados en la costa, en las playas, en alta mar, sobre la rústica barca de madera que avanza lentamente, movida al ritmo de los remos que empuñan antiguos pescadores…
El texto, es parte de la presentación del poemario Cantos de Pescadores, que me brindó la satisfacción de obtener el “Premio Estatal de Poesía Juan Eulogio Guerra Aguiluz”, en 1982, hecho que hoy rememoro y entrego a Usted un manojo de sus versos…
Bernardo Elenes Habas
Yo sé que no es oficio
ser un bandolero
de los sueños…
de la vida
parvadas de poemas
libertarios,
para lograr que alguna vez,
una mañana,
aniden en el pecho
de los hombres,
o despierten amor
en las mujeres,
desterrando rencor,
envidias, sañas…
Yo sé que no es oficio
pararse en la mitad
de nuestro tiempo,
y gritar a plena voz,
con la palabra limpia,
señalando errores,
injusticias…
Yo sé que no es oficio
tener ideas,
convicciones,
saber de compromisos
con la historia,
ser consecuente
una y diez veces…
hasta siempre…
Por ello,
declaro al pie
de mis principios,
que a lo anterior me dedico
por conciencia,
por vocación a las manos
de mi pueblo;
pero mi oficio es andar
coleccionando noches,
tomar por asalto madrugadas
para dejar
en tu pecho y en tu piel
mi aviso temerario
de que te amo…
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