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Para los cristianos y en especial para los católicos, estas tres palabras, que se suelen emitir de forma conjunta, son lo que conoce como las tres virtudes teologales. Sin embargo, pueden ser conceptualizadas de diferente manera desde perspectivas no religiosas. Es el caso del presente escrito. Abordemos cada una por separado.

 

La palabra FE proviene del latín fides. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RALE), le confiere las siguientes nueve interpretaciones:

 

  1. f. Conjunto de creencias de una religión.
  2. f. Conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas.
  3. f. Confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo. Tener fe en el médico.
  4. f. Creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública.
  5. f. Palabra que se da o promesa que se hace a alguien con cierta solemnidad o publicidad.
  6. f. Seguridad, aseveración de que algo es cierto. El escribano da fe.
  7. f. Documento que certifica la verdad de algo. Fe de soltería, de bautismo.
  8. f. fidelidad (lealtad). Guardar la fe conyugal.
  9. f. Rel. En el cristianismo, virtud teologal que consiste en el asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia.

 

Sugiero no dejar de tener en cuenta sobre todo la número tres, pero también la sexta y octava.

 

En lo concerniente a la ESPERANZA, la RALE deriva el término del verbo esperar, y asume tres interpretaciones:

 

  1. f. Estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.
  2. f. Mat. Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad.
  3. f. Rel. En el cristianismo, virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido.

 

Para éste concepto, propongo centrarnos en la primera.

 

Por último, clavémosle el diente al concepto CARIDAD, derivado de latín carĭtas, -ātis.

 

De éste, la RALE dice lo siguiente:

 

  1. f. Actitud solidaria con el sufrimiento ajeno.
  2. f. Limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados.
  3. f. Refresco de vino, pan y queso u otro refrigerio, que en algunos lugares dan las cofradías a quienes asisten a la fiesta del santo que se celebra.
  4. f. Tratamiento usado en ciertas órdenes religiosas de mujeres y en alguna cofradía devota de varones. Su, vuestra caridad.
  5. f. Agasajo que se hacía en muchos pueblos pequeños con motivo de las honras de los difuntos.
  6. f. Mar. Quinta ancla de respeto que solían llevar los navíos en la bodega.
  7. f. Rel. En el cristianismo, virtud teologal que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo.
  8. f. Rel. Virtud cristiana opuesta a la envidia y a la animadversión.

 

Para éste último, mi propuesta es enfocarnos en la primera, y si se ponen muy espirituales, también en la octava.

 

En plano religioso, dado que para éste concepto prevalece la segunda interpretación, algunos han propuesto sustituirla por otro término que rescata el propósito original: el AMOR.

 

Si seguimos ésta línea, nos introducimos en un terreno más comprometedor. El diccionario de la RALE tiene catorce interpretaciones para éste término:

 

  1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
  2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
  3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
  4. m. Tendencia a la unión sexual.
  5. m. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor.
  6. m. Persona amada. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Para llevarle un don a sus amores.
  7. m. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella.
  8. m. p. us. Apetito sexual de los animales.
  9. m. desus. Voluntad, consentimiento.
  10. m. desus. Convenio o ajuste.
  11. m. pl. Relaciones amorosas.
  12. m. pl. Objeto de cariño especial para alguien.
  13. m. pl. Expresiones de amor, caricias, requiebros.
  14. m. pl. cadillo (planta umbelífera).

 

Para quienes acepten el reto, mi sugerencia es que nos comprometamos con la primera interpretación, o para los no gustosos de la simplificación, con la tercera.

 

A partir del miércoles 08 de agosto, formalmente, Andrés Manuel López Obrador, es ya presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos; para gusto de muchos y disgusto de no pocos. Para ambos, sugiero abordar el hecho a través de estas tres virtudes. Y aquí, me gustaría detenerme en la imperiosa necesidad que tenemos los mexicanos de asumirlas como tales. ¿Por qué?

 

De nuevo, hago uso del diccionario de la RALE. Una VIRTUD puede ser definida de ocho formas:

 

  1. f. Actividad o fuerza de las cosas para producir o causar sus efectos.
  2. f. Eficacia de una cosa para conservar o restablecer la salud corporal.
  3. f. Fuerza, vigor o valor.
  4. f. Poder o potestad de obrar.
  5. f. Integridad de ánimo y bondad de vida.
  6. f. Disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza.
  7. f. Acción virtuosa o recto modo de proceder.
  8. f. Rel. En la tradición católica, cada uno de los espíritus celestes que forman su quinto coro y, junto con las dominaciones y las potestades, la segunda jerarquía, poseedora de la fuerza de ejecución de los planes de Dios. U. m. en pl.

 

Tanto gobernantes como gobernados requerimos con urgencia tornarnos virtuosos. De las ocho interpretaciones, salvo la segunda y la octava, podemos optar por alguna de las demás definiciones. De preferencia por todas.

 

Requerimos tener FE (confianza) de manera virtuosa, requerimos también de manera virtuosa tener ESPERANZA (considerar como alcanzable lo que deseamos), y sobre todo, tener CARIDAD virtuosa (solidarizarnos y trabajar juntos gobernantes y gobernados), ya que como decía León Felipe: “porque no es lo que importa el llegar pronto y solos, sino juntos y a tiempo“.

 

Una virtud es una disposición habitual del hombre, adquirida por el ejercicio repetido de actuar consciente y libremente en orden a la perfección o al bien. La virtud para que sea virtud tiene que ser habitual, y no un acto esporádico, aislado.Es como una segunda naturaleza a la hora de actuar, pensar, reaccionar, sentir.

 

El tiempo es propicio para volvernos virtuosos, o cuando menos, de sentar las bases para su ejercicio. Como menciona David Isaacs, un estudioso de estas posturas educativas, México requiere de hombres y mujeres con voluntad firme para decidir con sensatez en cada disyuntiva de la vida cotidiana. Es momento para tener en cuenta que con el desarrollo de éstas y otras virtudes, seremos capaces de vivir bien, con alegría, optimismo y tranquilidad, afrontando con actitud realista, determinante y tolerante las vicisitudes de la cotidianidad.

 

No es una misión imposible, y unos y otros podemos y debemos aceptarla.

 

Salud y paz

Plutarco.

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