LO QUE UN DÍA FUE, NO SERA… PERO DALE DE BEBER.

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Plutarco Riesgo Vásquez

El próximo año, la Escuela de Medicina de la Universidad de Sonora (UNISON), cumplirá 25 años. Su primer cuarto de siglo. Hasta antes de ese tiempo, Sonora no tenía ninguna escuela de medicina. Hoy, nuestra entidad federativa tiene ya cinco escuelas, la última inició clases en enero de este año, y para el mes de agosto, arrancará sus actividades la sexta escuela. Si tenemos en cuenta que la UNISON ofrece esta carrera en dos campus, en realidad, tendríamos siete escuelas en vez de seis. De estas siete escuelas, cuatro se ubican en Hermosillo y las otras tres en Ciudad Obregón. Se describen de forma sucinta.

La UNISON (universidad pública), ofrece una Licenciatura en Medicina, con titulación de Médico General. Su programa actual es de 14 semestres (incluido el servicio social) y se puede cursar en Hermosillo y Ciudad Obregón.

La Universidad del Valle de México (UVM) (universidad privada), ofrece una Licenciatura en Medicina a cursar en 13 semestres, con la posibilidad de obtener una doble titulación: Licenciatura en Medicina por la UVM para el ejercicio en México, y Licenciatura en Salud Pública con concentración en Salud Global por la Universidad de Arizona, para el ejercicio epidemiológico-administrativo de la salud en los EUA. La oferta es en Hermosillo.

La Universidad Durango Santander (UDS) (universidad privada), ofrece también su Licenciatura en Medicina General, a cursar en 14 semestres. La sede es en Hermosillo.

Existe en Ciudad Obregón la Escuela Iberoamericana de Ciencias de la Salud (EICS) (colegio universitario privado), que ofrece una Licenciatura en Medicina. No tiene disponible una página Web para obtener información académica. Posee solo una página en Facebook donde se notifica que hay que hablar a un teléfono para obtener mayores informes. Cuenta con un RVOE (1344), expedido por la Secretaría de Educación y Cultura del Estado de Sonora el 30 de septiembre de 2019, con una vigencia de 5 años.

La Universidad Estatal de Sonora (UES) (universidad pública), inició en Hermosillo en enero de 2024 su Licenciatura en Medicina General y Comunitaria. Tendrá una duración de 14 semestres.

La Universidad La Salle (ULSA) (universidad privada) en su campus de Ciudad Obregón, dará inicio en agosto de 2024 con su carrera de medicina para que el egresado obtenga así el título de Médico Cirujano luego de 12 semestres.

De las seis escuelas, de una desconocemos su plan de estudios, tres tienen un plan de 14 semestres, una con 13 semestres y la más reciente lo ofrecerá de 12 semestres. Para quienes dudan de que el ritmo del cambio de los tiempos nos asola, hace apenas 25 años en Sonora había que migrar para poder estudiar medicina. Hoy, tenemos escuelas para dar y regalar. Ante lo anterior, cabe la siguiente interrogante. ¿Son necesarias tantas?

Yo respondería utilizando la Ley de Campoamor:

En este mundo traidor

nada es verdad ni mentira:

todo es según el color

del cristal con que se mira

La Organización Mundial de la Salud (OMS), no tiene un indicador definido sobre el número de médicos/1000 habitantes (1), si bien nuestros políticos han interpretado que deberíamos tener entre 2 y 3 médic@s por cada mil habitantes y 3 enfermer@s por médic@ (2).

Los datos más recientes (2020) hacen patente que la actual densidad de médicos en México es de 2.44 médicos/1000 habitantes. Para la OMS la tendencia desde 1990 a sido hacia al progreso, aunque para el Banco Mundial estaríamos estacionarios (3). Los datos para Sonora a 2019, rondan los 2.9 médicos/1000 habitantes (4).  No está de más hacer mención que a nivel global, la densidad promedio es de 1.7 médic@s/1000 habitantes; aunque para la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos -de la cual somos miembros- el promedio es de 3.5/1000 habitantes (5).

Con estos datos podríamos concluir que, si en realidad hay un problema, éste no es prioritariamente cuantitativo, sino cualitativo. No es que haya deficiencia de médic@s, sino que no están ubicados donde deberían (5,6). ¿Esto se resuelve con la creación de más escuelas de medicina? ¿Aplica aquí el relativismo de Campoamor?

La pandemia por Covid-19 nos desnudo en muchos aspectos. Lo que sí se hizo patente, es que padecemos un déficit de especialistas. Las autoridades gubernamentales así lo han reconocido (7-9), aunque hay académicos que no están del todo de acuerdo (10). Para este aspecto (los especialistas médicos), el problema sería doble: tanto cuantitativo (faltan), como cualitativo (están mal distribuidos).

Joan Manuel Serrat musicalizó a fines del siglo XX, varios poemas de Antonio Machado. Hay uno al que tituló Españolito. Tiene una estrofa más que pertinente para el asunto que ahora tratamos:

Ya hay un español que quiere

vivir y a vivir empieza,

entre una España que muere

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.

La salud en México también se debate entre un mundo que muere y otro que comienza. La formación de recursos humanos para la salud, no se escapa de este fenómeno. Es una necesidad imperiosa atender las necesidades de atención primaria, las que históricamente se ha dejado en el olvido. El Dr. José Manuel Álvarez Manila se refería a esto de manera punzante: en México la atención primaria es equiparable a atención precaria, atención primitiva. Pero nuestra realidad epidemiológica (como el Españolito de Machado), nos exige también atender el segundo y tercer nivel. La pandemia lo hizo patente de manera dramática; la cotidianidad nos lo recuerda al igual que lo hace una piedra en el zapato.

A pesar de que en el discurso se diga lo contrario, la tendencia conservará su inercia: los estudiantes de medicina al egresar, buscarán en su mayoría hacer una especialidad. Ahí está el reconocimiento sociocultural y económico. Una licenciatura en medicina continuará siendo de facto, un largo propedéutico para la especialidad, y al egresar éstos no se ubicarán donde se necesitan sino donde les convenga (11-12).

No se identifica en el horizonte ningún indicador que oriente a un cambio en la inercia que se actualmente se tiene; en gran parte, porque paradójicamente se requiere que la inercia continúe y en este proceso, como siempre, la cenicienta (la atención primaria a la salud) sufre las consecuencias (13-14).

¿Cómo hacer que los ciudadanos de a pie prefieran usar una bicicleta para desplazarse en vez de un automóvil? ¿Cómo hacer que los ciudadanos de pie en entornos urbanos, prefieran a pesar de las exigencias que el estilo de vida les impone, preparar ellos mismos sus alimentos en vez de adquirirlos procesados o elaborados por otros a nivel masivo? ¿Cómo hacer que los ciudadanos de a pie prefieran el placer de leer una novela en vez de esperar que ésta se adapte para disfrutarla en la televisión o el cine?  ¿Cómo hacer que los ciudadanos de a pie comprendan que es mejor mitigar la sed con agua simple que con una bebida edulcorada y carbonatada? La respuesta a interrogantes como las anteriores determinarán en México el futuro de la salud en lo general, y de la atención primaria en lo particular. Especular sobre posibles alternativas de solución lo dejaremos para otra ocasión. Al respecto, mucha tinta y saliva se ha derramado en el pasado y ha servido para maldita la cosa.

Salud y paz.

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