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Carta de San Pablo los Romanos 6,19-23 

“Hablo en términos humanos, en atención a vuestra flaqueza natural. Pues si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad. Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres respecto de la justicia. ¿Qué frutos cosechasteis entonces de aquellas cosas que al presente os avergüenzan? Pues su fin es la muerte. Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Comparto con ustedes este interesante texto de la Palabra de Dios que corresponde al día de hoy 23 de octubre del 2019, que al leerla por si sola es muy explicable con relación al mensaje del DON GRATUITO DE LA SANTIDAD Y CON ELLO LOS FRUTOS DE   LA VIDA ETERNA. 

San Pablo en su carta nos invita a dejar a un lado el pecado que nos esclaviza y nos invita a ser santos, honroso calificativo que en nuestro cultura profana lo consideramos muy lejana cuando está muy cercana a  nosotros, pensando que solo son santos los que han sido canonizados por nuestra Iglesia y se encuentran comúnmente en los calendarios, o en los altares. Cuando la santidad es tan sencilla entender o aplicar a quien vive despreciando el pecado y sometiéndose a las gracias de Dios y sus virtudes, que en cada momento y actitudes  de nuestra vida se van manifestando. 

Si nuestro final va ser la muerte, unos primero y otros después, que mejor que dejar de convivir con el pecado, ese que con nuestras  debilidades humanas nos asalta continuamente,  e irnos preparando el camino para que cuando llegue el término de nuestra vida, obtengamos el triunfo de la VIDA ETERNA prometida por Jesús en Su Evangelio.

Nadie nos escapamos de aplicar y entender así ese término de la SANTIDAD, pero San Pablo el Gran Apóstol de Jesús, además de los doce, escogido prodigiosamente por Jesús en el camino hacia Damasco, nos lo describe tan sencillamente en su carta.Esta es pues otra de mis OCURRENCIA que se me antojó  compartirla con ustedes, esperando que al menos dos o tres de mis lectores interpreten mi invitación de santificar nuestra existencia.

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