Ya todos se brincaron las trancas: arranca la sucesión

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Las precampañas por la gubernatura inician oficialmente el 15 de diciembre próximo y concluyen el 23 de enero, y la campaña comienza el 5 de marzo.
Pero es evidente que los cuacos han arrancado del partidero y galopan por la delgada línea de la legalidad, perfilando sus intenciones de gobernar Sonora, cuidándose mucho de no pedir el voto, pero sin esconder sus intenciones de relevar a Claudia Pavlovich en la proverbial oficina más refrigerada de Palacio.
Con el encuentro que ayer sostuvo Alfonso Durazo con la estructura de Morena, funcionarios federales, diputados locales y alcaldes de su partido se completa la terna integrada por Ernesto Gándara Camou y Ricardo Bours Castelo.
El primero por la coalición Morena-PT-PVEM; el segundo por la coalición PRI-PAN-PANAL-PRD (ambas en ciernes), y el tercero por MC.
El evento de Alfonso Durazo fue privado, sin embargo trascendió el discurso en el que perfiló el tono y los destinatarios de sus mensajes de campaña: el gobierno del estado y la alianza opositora a Morena. 
Y aunque extendió una mano amiga para tomar distancia de las campañas negras y la guerra de lodo, no desaprovechó oportunidad para fustigar a los gobiernos del PRI y el PAN que han hecho de la política un negocio.
Alfonso Durazo habló como candidato, comprometiéndose a integrar un gobierno con los mejores hombres y mujeres, incorporando a los jóvenes más preparados para perfilar el relevo generacional en la política en un proyecto plural e incluyente que trascienda a Morena; se comprometió a recuperar la prosperidad del estado que se ha perdido, dijo, desde hace al menos 30 años. 
El encuentro dejó claro que en materia de campañas no hay mucho qué inventar y sí mucho que retomar de los viejos cartabones: la cargada institucional de todos los alcaldes, diputados, funcionarios y consejeros del partido; las menciones recurrentes al presidente de la República y los llamados a la unidad. Realmente el evento guarda muchos símiles con los que hemos visto a lo largo de décadas en el PRI y el PAN.
Las fuerzas vivas, el aplauso que se desgrana a la mínima mención del jefe máximo, el presidente; los hematomas en las espaldas provocados por sonoros manotazos que refrendan lealtades y revelan la incondicionalidad; las fotos con el ungido como garantía de cercanía por lo que se ofrezca más adelante.
El ritual de la política mexicana es tan peculiar y vigente como en aquellos tiempos del partido casi único: la promesa y el compromiso, el verbo encendido, la abnegación y el sacrificio por la patria y la matria; la veneración al ícono que encarna las batallas épicas por la honestidad, la transparencia, el combate a los corruptos y la promesa del edén, aunque el edén esté con el agua al cuello.
Las promesas de que todo va a cambiar, incluyendo el horror de las masacres y el terror de vivir entre el fuego cruzado de las bandas del crimen organizado. Promesas que tienen su correlato en dos años de igual o peor horror que el vivido en el pasado.
El tema de la seguridad pública sin duda será el compañero de viaje a lo largo de la campaña de Alfonso Durazo. Sí, es claro que la descomposición social en esta materia no comenzó con la 4T y es una herencia de los anteriores gobiernos, como también es cierto que nada mejoró en estos dos años y, si me apuran tantito, empeoró.
Lo cierto es que para efectos prácticos e independientemente de los tiempos oficiales, los tres aspirantes ya están actuando como candidatos, prometiendo como candidatos, tejiendo acuerdos como candidatos, apelando a sus bases como candidatos y enseñando sus cartas como candidatos.
Me quedo con esa parte del discurso de Alfonso Durazo en la que llama a la civilidad y a no caer en la política de chismes y de guerra sucia, porque de alguna manera perfila lo que podría ser el primer compromiso de los tres aspirantes para mantener la contienda en los márgenes del debate civilizado, una quimera, ciertamente, cuando lo que está en disputa es el poder.
Las cartas están sobre la mesa. Hagan sus apuestas, señores.
II

Después de varias semanas de tensión se impuso la cordura, prevaleció el diálogo y se privilegió la concertación para evitar una huelga masiva que habría paralizado a más de mil empresas en Sonora, provocando daños incalculables a miles de familias.
La CTM interpuso cientos de emplazamientos a huelga en solidaridad con los choferes del transporte urbano en Hermosillo que tienen un largo litigio con la empresa concesionaria, pero finalmente los secretarios de Gobierno y el del Trabajo, Miguel Pompa y Horacio Valenzuela, respectivamente llegaron a acuerdos con los sindicalistas y se pudo conjurar esa amenaza.
La pandemia de Covid19 ha dejado una secuela trágica, no solamente de muertos y contagiados, sino de severos daños a las economías familiares. De marzo a la fecha se perdieron más de 37 mil empleos por el cierre de empresas y todos hemos visto cómo muchísimas personas han tenido que incursionar en los más diversos modos de autoempleo, en la venta de cualquier cantidad de artículos, prestación de servicios y demás, para recuperar un poco el ingreso.
En esas condiciones, plantearse una huelga masiva, independientemente de que se trata de un derecho de los trabajadores, sería por decir lo menos, un despropósito y una mala manera de darle la puntilla a la economía estatal.
Afortunadamente, se impuso el diálogo y el interés para hacer menos lesivo el paso de la pandemia por Sonora. Ya habrá tiempo de retomar las demandas de los trabajadores, en un contexto menos difícil.
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