Las exequias del PRI Sonora

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No es para nada sencilla la tarea del nuevo dirigente estatal del PRI en Sonora, Rogelio Díaz Brown.

Con el estigma de la imposición negociada en la cúpula entre Alito Moreno y Manlio Fabio Beltrones, con un partido que terminó el proceso electoral como una lejana segunda fuerza (190 mil votos contra 450 mil de Morena y sus aliados); con un PAN que ve con desconfianza una nueva coalición en lo local, con una militancia dispersa, con liderazgos confrontados, algunos migrando a otros partidos y otros renegando de Rogelio y Alito, el panorama luce bastante complicado.

Después de muchos certificados de defunción que resultaron apócrifos, Rogelio Díaz Brown puede pasar a la historia como el enterrador del PRI Sonora.

Ayer, Zaira Fernández y Pascual Soto anunciaron su rompimiento con las dirigencias de Díaz Brown y Alito Moreno, y anticiparon que seguirán trabajando con los priistas que quieran sumarse a la alianza con otros partidos políticos para presentarle un frente a Morena y sus aliados. Su renuncia al tricolor es una carta que está sobre la mesa.

Un desprendimiento así no sería cosa menor. Zaira y Pascual recorrieron todos los municipios en su campaña por la dirigencia estatal sumando apoyos considerables y eventualmente podrían provocar una desbandada letal para el tricolor, al que no favorece en nada la coyuntura que se vive en el plano nacional.

En el estado, ya se fueron “El Pato” de Lucas y Natalia Rivera a Movimiento Ciudadano; David Palafox Celaya acaba de renunciar y desde Nogales nos llegan noticias de otros personajes -como “El Buitre” Humberto Robles Pompa- ya están trabajando en el apoyo a un candidato a la alcaldía que no es del PRI. Las versiones apuntan hacia el panista Armando Gutiérrez.

En Guaymas ya hay fuga de priistas hacia Morena y en Cajeme, Rogelio Díaz Brown hace bueno el pronóstico de que nadie es profeta en su tierra, pues los principales liderazgos del yaqui no lo ven con buenos ojos.

A lo largo de su historia el PRI ha tenido crisis más o menos graves, pero es claro que ninguna tiene como telón de fondo el fracaso de la elección presidencial 2018, la repetición de la paliza en 2021 y la profunda división interna que lo afecta en estos días a propósito de su papel como partido de oposición en los grandes temas de la agenda nacional, particularmente en el de la militarización de la seguridad pública, donde su dirigencia nacional ha decidido marchar de la mano del gobierno federal, rompiendo acuerdos con sus otrora aliados, PAN y PRD, y sobre todo con ese priismo que pese a todo, está decidido a morir matando y por lo pronto ya le dieron un sonoro revés en el Senado al mismísimo presidente de la República.

En un par de meses más, Rogelio Díaz Brown deberá convocar a una sesión del Consejo Político Estatal para ratificarlo en el cargo. Antes, tendrá que renovar a los integrantes de ese consejo que actualmente está integrado por una mayoría que apoyaba a Zaira y Pascual.

Ese podría ser el inicio de la desbandada. El final, pues nadie lo sabe.

Otro factor a considerar es el papel que habrá de jugar el ‘borreguismo’, como se le conocer a  ese movimiento real, con voto duro que lidera Ernesto Gándara Camou.

Cierto que “El Borrego” renunció al tricolor el año pasado, pero eso lo hizo como una formalidad requerida por el PAN para negociar su apoyo a la candidatura común que encabezó por el gobierno del estado, pero sus bases de apoyo sin duda siguen estando básicamente en el PRI.

Gándara sigue teniendo peso en las bases tricolores y en el accidentado proceso interno no dio color abiertamente, pero fue claro que no apoyó a Zaira y Pascual; de hecho, Iris Sánchez Chiu, que en breve regresará a su posición como secretaria General del PRI estatal (solicitó licencia temporal para abrirle el camino de la prelación a Díaz Brown) puede considerarse una posición de Ernesto Gándara.

Sin embargo, trascendió una versión en el sentido de que los consejeros estatales afines al borreguismo serán los primeros en la lista para ser relevados. En fin, con un PRI reducido a su mínima expresión, bien cabe la expresión “partido chico, mitote grande”.

Si eso sucede, apunte usted otra victoria del beltronismo sobre el borreguismo, de las varias que se han acumulado en los últimos años.

Y si las cosas vienen así, nadie se extrañe si en los próximos días hay informes de un acercamiento de importantes personajes del PRI y el PAN sonorenses, incluyendo algunos apellidos de prosapia a la campaña de Marcelo Ebrard, que la lógica de la sucesión presidencial indicaría es la ‘marca equivocada’ en Morena, pero esa misma lógica indicaría que ya no tienen nada más qué esperar ni en el tricolor ni en el blanquiazul.

Si el borreguismo migra (o termina de migrar) a Morena, como en 2009 lo hizo hacia el PAN en la sucesión gubernamental para hacer perder al PRI y llevar (vaya error) a Guillermo Padrés al palacio de Comonfort y Paliza, el tricolor en Sonora se va a quedar en los puros huesos.

Eso puede suceder y con eso tendrá que lidiar Rogelio Díaz Brown, aunque igual no le importe tanto si entre las cenizas del tricolor hace germinar para su peculio la flor de una plurinominal.

II

No me quise quedar con las ganas de preguntarle ayer, en corto, a la secretaria de Seguridad María Dolores del Río si no le había dado miedo haber acudido a las labores de supervisión del combate al incendio en el Cereso I de Hermosillo y la reubicación de las internas, ataviada con ropa del mismo color de ellas.

Parece un tema menor, pero cualquiera que haya estado cerca de una conflagración, un motín o un evento similar en un penal, sabe que por las mismas características y perfiles de la población penitenciaria, cualquier chispa puede detonar el caos.

Y en ese caos, de noche, con un incendio en el área de talleres, con una pequeña multitud de familiares de intern@s reclamando a gritos información sobre la situación; con miles de reclusos nerviosos por lo que pudiera pasar, no parecería muy recomendable para una autoridad (para nadie) confundirse entre las internas.

Afortunadamente el incendio se controló, no hubo víctimas fatales, la autoridad se movió rápido y coordinadamente, de tal manera que al otro día a las ocho de la mañana ya se habían normalizado las visitas al centro penitenciario.

Es posible que alguien más le haya comentado a la secretaria sobre el asunto de su indumentaria, porque ya de retirada y con una sonrisa me dijo que no volvería a hacerlo.

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