VIEJO, MI QUERIDO VIEJO

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Así reza la melodía que Piero Antonio Franco De Benedictis, más conocido como simplemente Piero, popularizó en 1968 y que desde entonces, es un cuasi-himno que se entona por éstos días, como el pasado sábado 28 de agosto, “Día del Abuelo”, pero que oficialmente es desde 1998, al menos en México, el  “Día del Anciano”, festejo que posteriormente fue modificado  a “Día Nacional del Adulto Mayor”. 

Esta coincidencia, dista de ser afortunada. El día de la madre, todos celebran una cosa: la maternidad. Lo mismo ocurre con el día del padre o el día del niño, fechas en que la paternidad y la niñez son los ejes del festejo. Sin embargo sí como pensó Lázaro Cárdenas, debía existir una fecha especial para honrar a los abuelos al igual que se hace con los progenitores, hacer coincidir el festejo de “la abuelidad” con el de “la vejez”, pudo no ser lo más conveniente ya que estaríamos hablando de conceptos distintos. Es lo mismo rojo que colorado, pero no significan igual esposa que compañera. El irrevocable principio de que no es lo mismo huele a traste; que atrás te huele. 

La Organización no gubernamental española Mensajeros de la Paz promovió la celebración del Día de los Abuelos el 26 de julio porque la fecha coincide en el santoral católico con la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, al ser los padres de María. La mayoría de los países en Latinoamérica, que tienen una gran tradición católica han establecido esta fecha para celebrar a los abuelos. Por otro lado, la Organización de las Naciones Unidas, celebra desde hace 31 años, el 1ro de octubre, el Día Internacional de las Personas de Edad. 

Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas; un día para los abuelos, otro día para los viejos… que son parecidos pero no son iguales. Hay abuelos que no son viejos y viejos que no son abuelos. 

Es mucho lo que puede decirse de las diversas implicaciones de la “abuelidad”. Hoy las eludiremos. Me enfocaré más en la otra conmoración, la del Día Nacional del Adulto Mayor.

La Real Academia de la Lengua Española, define eufemismo, como la 

manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Y es que hay conceptos considerados tabú, de mal gusto, groseros o demasiado francos. La vejez es uno de ellos. 

La sinonimia de viejo es muy amplia y sus asociaciones no son muy agradables: anciano, senil, vetusto, caduco, decrépito, vejestorio, carcamal, abuelo, nonagenario, octogenario, ochentón, provecto, chocho, arcaico, matusalén, ruco, añejo, longevo, antiguo, achacoso, rancio, prehistórico, veterano, maduro, añoso… ¡Basta… basta… detente por favor… vamos generando un eufemismo!  Así fue como surgieron concepciones como “tercera edad”, “geriátrico” o la que nos ocupa, “adulto mayor”.

El tema da para mucho, para un libro entero, porque tiene muchas aristas y hondonadas. Habría simplemente aquí que decir que, no todas las perspectivas son peyorativas. 

José Luis Sampedro, el célebre escritor y humanista español  dijo: “Reivindico mi derecho a que me llamen viejo, honrosa palabra que tiene connotaciones de vida, experiencia y sabiduría, en vez de endilgarme lo de la tercera edad o gente mayor, etiquetas ambas que nos convierten en objetos para fines administrativos, sin connotación alguna con el sentimiento.”

O bien, asumir la perspectiva de Sharon Olds, poeta, escritora, actualmente en sus 78 años:

Cuanto más vieja me pongo, más me siento 
casi hermosa—no mi cara, una cara común. 
puritana, sino mi cuerpo. Y tendré 
cincuenta, pronto, mi cuerpo 
se marchita, huesudo, y me gusta su 
rugosidad plateada, la piel que se afina. 
la superficie de un lago rizada por el viento, un espectro 
arrugado, un pliegue de humo. Sin embargo 
cuando miro hacia abajo puedo ver, a veces. 
cosas que, si las viera una mujer joven, la harían 
gritar como en una película de terror, 
quedo convertida en bruja en un instante-si me inclino 
lo suficiente, puedo ver la piel fina 
de mi estómago frunciéndose 
y colgando en pequeños picos, como yeso fresco. 
Y sin embargo puedo imaginarme a los ochenta, hecha 
enteramente, por fuera, de eso. 
y haciendo el amor con la misma dignidad 
animal, el túnel todavía igual 
al interior de una bráctea color frambuesa. 
De pronto me veo joven a mí misma 
al lado de esa octogenaria, me veo 
como su hija, mi carne suelta y drapeada 
muestra los ángulos largos de estos extraños 
huesos como las manijas de utensilios de cocina hechos en el cielo…

Pero, ¿qué es ser o estar viejo

Podemos optar por un criterio cronológico. Es el más frecuentemente utilizado y aparentemente el más objetivo. Define la vejez en función de la edad del individuo. Desde éste punto de vista se es viejo al llegar a los 65 años. El talón de Aquiles de ésta postura es demográfico y por desgracia, no hay espacio suficiente para explayarnos al respecto. 

Otra posibilidad es considerar un criterio biológico, asociado al desgaste de órganos y tejidos. Aquí el comienzo de la vejez estaría determinado cuando el deterioro se haga perceptible. Muy problemático, porque en muchos sitios corporales  “la vejez” empieza aproximadamente a los 35 años. 

Existe un criterio funcional bastante utilizado y en la actualidad muy rebatido. Define la vejez asociándola a la pérdida de funciones tanto físicas como psíquicas, es decir, equipararía a la vejez con la enfermedad. Este criterio ha estado y sigue estando muy arraigado.

Y por último un criterio socio-laboral, utilizado con gran frecuencia en la actualidad y considera a la jubilación como el comienzo de la vejez.

¿Cuál es el que más le gusta a Usted, apreciado lector? ¿En cuál siente que mejor podría o puede encajar?  No se preocupe, ninguno es perfecto; todos tienen defectos. 

La vejez, gústenos o no, termina siendo un ensayo para la muerte. Anselm Grün, un monje benedictino que ronda los 76 años menciona que nadie creería que envejecer puede llegar a convertirse en un arte, que bien llevado, puede hacer que vivamos de manera sublime ésta etapa de nuestra vida. Quien aprende a transitar éste camino con agradecimiento, paciencia, mansedumbre y serenidad, será bendecido con una vida renovada en su vejez. 

Salud y paz. 

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