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El espectáculo de chapulines al que estamos asistiendo sólo significa una cosa: la sucesión gubernamental en Sonora no está decidida para nadie, digan lo que digan las encuestas.

Es claro que por su propia cuenta, ninguno de los partidos tiene asegurada la joya de la corona que es la gubernatura, pero tampoco la mayoría en el Congreso local.

En 2018 y a pesar de que se veía venir una marejada a favor del lópezobradorismo, ni los propios morenistas imaginaban las dimensiones de lo que terminó siendo un tsunami.

Presas de esa inseguridad y en aras de asegurar victorias, Morena pactó con fuerzas marginales como el PT y el PES (que de cualquier forma estaban incluidas por la alianza que se tejió en el plano nacional), pero sobre todo con corrientes de la derecha panista.

A dos años de distancia, en los pasillos de Morena se escuchan los lamentos. La alianza con el PT y el PES se tradujo en una magra cosecha de votos que en ningún distrito, en ningún municipio hubieran inclinado la balanza hacia sus adversarios. Es decir, Morena hubiera ganado con o sin esos partidos.

Por otro lado, la alianza con los panistas (para ser más específicos, con liderazgos y estructuras del padrecismo) desplazó a los cuadros de Morena en las estructuras de gobiernos municipales, creando una corriente interna que hoy les disputa palmo a palmo las candidaturas rumbo a la elección 2021 y ya está generando fricciones en ese proceso.

Es posible que Morena tampoco hubiera necesitado de los panistas que sumó en 2018 para asegurar los triunfos obtenidos, aunque sin ellos quizás no habrían sido tan avasalladores. Pero el gran logro fue desarticular al PAN y dejarlo en el puro cascajo. Al PRI también lo dejó en la lona.

De las identidades políticas, las afinidades ideológicas o las coincidencias programáticas mejor ni hablamos. Esos conceptos, no sólo en Morena, sino en el frente que se les opone, son una quimera, en la acepción del término que alude a un monstruo mitológico con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón.
Pero eso parece ser lo menos importante para todos. La coyuntura ha propiciado lo impensable: la alianza formal entre el PRI y el PAN, llevando como chaperón al PRD.

Pero del otro lado no cantan mal las rancheras. Morena, pese a las declaraciones de Alfonso Durazo en el sentido de que no irían por la vida recogiendo cascajo, marcha alegremente por el camino del tilichero levantando trapos raídos, fierro viejo, botellas vacías, cosas que otros ya no usen.

Desmiéntame usted, saltimbanqui lectora, acróbata lector, si les digo que ustedes conocen muy bien a Omar Francisco del Valle Colosio y pueden acreditar el inmenso potencial político que representa. Si no saben quién es, se los informo: es el dirigente estatal del PVEM, que Morena ha sumado a su coalición.

Díganme, versado lector, enteradísima lectora, quién es el dirigente estatal del PANAL en Sonora y cuántos votos representa. Si no saben, yo se los digo: se llama Jesús Javier Ceballos Corral y yo tampoco sé cuántos votos representa, pero deduzco que son muy pocos, a juzgar por las posiciones que ganaron en 2018 como aliados del PRI. Pues también con él, Morena va en alianza.

Por último, la más reciente adquisición de Morena no es un partido, sino un trío de personajes que salieron botando de Movimiento Ciudadano, después de que Ricardo Bours fue designado precandidato (candidato, de hecho) a la gubernatura: María Dolores del Río, Francisco Zavala y Jesús Madrid.

¿Cuántos votos le van a sumar a la campaña de Alfonso Durazo? A fe mía que no muchos, considerando que la estructura de Movimiento Ciudadano queda en manos de la cúpula nacional y el equipo que ha cooptado Ricardo Bours, comenzando por el dirigente estatal Carlos León, hasta hace muy poco un cuadro de María Dolores del Río.

MC tiene sus principales enclaves en Ciudad Obregón, Nogales y Hermosillo, pero allí sus principales cuadros están alineados con la dirigencia nacional, no con la pretendida diáspora que vendió María Dolores a Alfonso Durazo.

Donde sí habrá bronca es en Morena, porque la fila para las candidaturas es bastante larga y quienes tienen la mano levantada desde hace dos años (por lo menos) no van a ver con buenos ojos que lleguen los ‘ecologistas’ (eufemismo gratuito), los del PANAL o la Lola del Río y sus diezmadas huestes a desplazarlos.

Por esas coincidencias que, dicen, no existen en política, este viernes Ricardo Bours se registrará como aspirante a precandidato de MC a la gubernatura, y más o menos a la misma hora, Dolores del Río estará anunciando su adhesión a la campaña de Alfonso Durazo.

En resumen, el mensaje que manda Morena con estos fichajes, es que ahora sí necesita de los votos, pocos o muchos (yo diría que pocos) que le puedan arrimar personajes como Omar Francisco y Jesús Ceballos (mucho gusto), o la mismísima Lola Tandeos.
Y si es así, significa que no la sienten tan segura.

¿O usted qué opina, ecléctica lectora, random lector?
Yo creo que les puede salir, otra vez, más caro el caldo que las albóndigas, pero los de enfrente no están menos nerviosos. Esa alianza del PRI con el PAN parece tener más negativos que positivos, más flancos débiles que fortalezas y más dificultades para ‘venderla’ al electorado.

Eso de vender una alianza del PRI con el PAN y el PRD es, como ilustra la imagen de esta columna, como vender una alianza de Bartlett con Tatiana Coluthier y Marcelo Ebrard.

Espera… eso está pasando.

II
Unánimemente, el senado de la República aprobó el nombramiento de los nuevos integrantes de la Comisión de Selección que designará al Comité de Participación Ciudadana (CPC) del Sistema Nacional Anticorrupción y entre ellos aparece un sonorense: Aarón Grageda Bustamante.

Aarón no es un improvisado y lo respalda un nutrido currículum como académico, investigador y profesor siempre comprometido con las luchas de la izquierda desde aquellos aciagos días del movimiento universitario contra la Ley 4 de la Unison.

En 2017, cuando se nombró el primer CPC del Sistema Estatal Anticorrupción, Aarón obtuvo la calificación más alta de todos los participantes y fue el segundo presidente de ese comité, después de Alberto Hass.

Pero si le hacía falta una cereza en el pastel curricular, el señor es parte del primer círculo de asesores de Alfonso Durazo Montaño y de Adolfo Salazar Razo. Pa’ que vayan viendo por dónde masca la iguana.

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