En la agenda presentada por la nueva legislatura del Congreso del Estado se destacan el combate a la corrupción, atender seguridad pública y reforzar los programas de austeridad en los poderes, entre otros, pero por fortuna no incluyen reformas polémicas como la de la Ley Orgánica de la Universidad de Sonora, que de promoverse afectaría a la estabilidad política y social que se vive en la Máxima Casa de Estudios y en la entidad por tener pros y contras.
Al presentar los grupos parlamentarios de todos los partidos políticos la agenda legislativa para el primer período ordinario de sesiones, el principal interesado en las reformas legales a la vida institucional de la Unison es el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuya coordinadora en el Congreso Ernestina Castro Valenzuela, dejó fuera el tema, por el momento, pero en esa agrupación política destacan liderazgos universitarios muy interesados en cambiar la vida universitaria respaldados por Steus y Staus para según ellos “hacerla más democrática”.
Dicen los que saben que los liderazgos de Morena muy identificados con grupos de búhos universitarios, tienen centrados en desaparecer el órgano de gobierno denominado Junta Universitaria integrada por una docena de destacados académicos y empresarios, la mayoría foráneos, desconocedores de la cultura sonorense, para dar paso a revivir el Consejo Universitario integrada por representantes del sector académico y estudiantil como máxima autoridad interna para elegir al rector.
Durante la vigencia del Consejo Universitario, la Unison vivió tiempos de inestabilidad en los procesos de elección de rector, generando la creación de grupos internos para buscar el poder de la rectoría y entre el estudiantado con los enfrentamientos entre los “Micos” y los “Activistas”, descuidando por la lucha política la academia y el desarrollo institucional.
Como parte de un programa nacional salinista en la educación superior pública, al iniciar el gobierno de Beltrones envió una iniciativa al Congreso del Estado tendiente a reformar la Ley Orgánica 103 de la Unison para entre otras cosas desaparecer la Junta Universitaria, teniendo todo el respaldo del entonces rector el matemático Marco Antonio Valencia Arvizu, quien fue el último rector electo en las urnas universitarias al vencer al químico y ex rector interino Manuel Balcázar Meza, y le habían prometido perpetuarse en el poder pero fue desechado tras la reforma constitucional.
“Que chinga le pusieron a los grupos”, me comentó respecto a la reforma a la Ley Orgánica 103 para dar paso a la polémica Ley 4, en ese tiempo con una risita irónica el ex rector Manuel “Forroncho” Rivera Zamudio, cuando cruzaba por la Plaza Zaragoza con rumbo a su despacho en la titularidad de la delegación de Conacyt.
La reforma a la ley orgánica universitaria se realizó con un enorme costo político al incendiar la entidad con las protestas estudiantiles y la “Marcha del Desierto al Zócalo”, movimientos que lograron revertir y matizar algunas de las reformas, pero el tiempo le dio la razón a Beltrones al vivirse desde Ibarra Mendívil un despunte de la Unison con su paz institucional hasta convertirse en una universidad de vanguardia nacional.
A pesar de que las reformas legales a la Unison le costaron a Sonora “sangre, sudor y lágrimas”, con la imposición de Jorge Luis Ibarra Mendívil, entonces rector del Colegio de Sonora, aunque vinculado a grupos de izquierda universitarios (décadas después enseñó el cobre al pasarse a la ultraderecha panista), se logró la paz institucional en la Alma Mater, sin eliminar el deseo de los grupos políticos al interior de la Unison de retornar a la vida democrática de los universitarios para elegir al rector y retomar el poder en la Máxima Casa de Estudios.
Desde luego que el menos interesado en que desde el Congreso del Estado le muevan el tapete en la vida universitaria de la Unison es el rector Enrique Velázquez, así como la gobernadora Claudia Pavlovich, por la consecuente generación de inestabilidad política y social en estos momentos de pluralidad política en que se requiere unidad y no generar divisiones para enfrentar los graves retos que vive la entidad.
Por lo pronto, como antecedente de lo que pudiera vivirse en Sonora, hay que destacar lo que sucedió en la UNAM el 3 de septiembre en Ciudad Universitaria donde se generó un movimiento de inestabilidad y de violencia con la aparición de “porros” para agredir a universitarios en la explanada de la rectoría.
El conflicto universitario en la UNAM tuvo una especial atención del Presidente Peña Nieto y del rector Enrique Grau, y otras autoridades d la Ciudad de México, destacando del mismo López Obrador.
Se detectó que había “mano negra” en ese ataque a esos universitarios que demandaban entre otras cosas la renuncia del rector Enrique Grau, al detenerse a dos líderes porros, y después extrañamente liberados por la PGR, generándose varias sospechas sobre el origen del financiamiento y fuentes de apoyo político.
Dicen los que saben que había versiones que ubicaban a Morena detrás del movimiento estudiantil en la UNAM porque había académicos afines a Morena involucrados en esas protestas contra rectoría, pero esos rumores fueron frenados al reunirse en su despacho de la colonia Roma el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, con el rector Enrique Grau, sofocando las peticiones en asambleas de maestros y de estudiantes la renuncia del rector.
En un video subido a redes sociales, López Obrador acompañado del rector rechazó cualquier intento de desestabilización en la UNAM y dio un espaldarazo político a Enrique Grau, destacando que los universitarios no serán presa fácil de la manipulación, dándole una palmadita en el hombre al rector universitario.
En la UNAM, López Obrador defendió la autonomía universitaria. Te lo digo Juan, para que lo entiendas Pedro. (g_navarro_ruiz@hotmail.com)
