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El día de ayer por la noche (viernes 07) vi a través de Netflix, una película recomendación de mi hija menor. El film más reciente de la directora catalana María Ripol: Vivir dos veces, una película de carretera (road movie) en formato de comedia agridulce que tiene a mi juicio como mayor fortaleza, el despliegue actoral, y a la que se le puede abordar desde varios frentes, uno de ellos, el de las oportunidades perdidas y a las que aún están por llegar. El viaje, hilo conductor de la película, posibilita a todos los personajes de una familia disfuncional, enfrentarse a sus engaños y encontrar el coraje para volver la hoja a sus quimeras. El pretexto sobre el que se arma la historia, gira sobre el personaje central quien está perdiendo los recuerdos poco a poco debido a un proceso demencial, y antes de que la memoria le falle definitivamente, la familia le ayudará a recuperar al amor de su juventud. 

La película, hizo que recordara las palabras de mi tío Santiago, quien según lo que me platicó un día mi mamá, en un soberbio despliegue de sabiduría dijo: “En la vida de un hombre, hay siempre tres mujeres: la primera, la de siempre y con la que te casas”. A tan contundente afirmación yo solo agregaría una indispensable precisión: “En la vida de un hombre… y de una mujer…”. Por ende, el título de éste escrito debería, para ser precisos, cambiarse a Tres mujeres y/o tres hombres. 

La anterior sentencia no terminaba ahí, tenía una conclusión que los epidemiólogos se fascinarían en estudiar: “Para algunos, en vez de tres, serán dos, porque la de siempre y con la que te casas resultan ser la misma persona; y solo para pocos, en vez de dos, sería una, porque todas se concretan en la misma”. 

La primera vez, de lo que quieran, suele dejar una huella indeleble para bien o para mal. En el caso que nos ocupa, el primer beso, la ilusión primigenia y por supuesto, las primeras decepciones y todo el cortejo vivencial del despertar sexual. Estarán de acuerdo conmigo (y con mi tío Santiago) de que resulta inolvidable. 

Pero aparece “la segunda mujer”, la de siempre, la que mueve a Emilio, el personaje que en la cinta en cuestión,  el argentino Oscar Martínez interpreta de manera magistral. La de siempre, representa para muchos la que debió ser y no fue por angas o por mangas;  la que si pudiésemos echar el tiempo atrás, de tarugos la dejábamos ir de nuevo; aunque también, aquella que nunca conocimos, pero siempre nos la hemos imaginado y deseado, la mujer ideal (para nosotros)… algo similar al santo grial. 

Por último, la realidad se impone y nos enfrentamos con la tercera, con la que te casas. Si resulta ser la misma que la segunda, nada que decir… ¿pero y si no?  Hay libros enteros que giran sobre el asunto. Mientras escribo éstas letras, viene a mi memoria la sentencia de Leonardo Da Vinci: “Si no puedo tener lo que quiero, voy a querer lo que tengo”. Y aquí le voy a parar, más que nada, porque el espacio es reducido para clavarle el diente como se debe a esta escabrosa cuestión. Que quede simplemente como provocación y cada quien que le de vuelo a la hilacha hasta donde quiera. 

Mañana (domingo 9), se conmemora una festividad que no goza de amplia difusión a pesar de lo rimbombante de su nominación: Día Mundial del Matrimonio. Gestada desde la perspectiva del catolicismo en el estado de Louisiana, EUA en 1981, con la bendición apostólica del Papa Juan Pablo II en 1993, tiene como uno de sus propósitos explícitos, el rendir un homenaje a la fidelidad, sacrificio y alegría de la vida conyugal diaria.

A manera de broma, se dice sobre el trabajo, que es tan indeseable, que te tienen que pagar por realizarlo. Una condición (como el que representa el estar casado) que resulta al mismo tiempo sacrificio alegría, puede resultar paradójica, incluso hasta desquiciante… todo un tema. No le rasco mucho aunque persisto en el afán de provocar y para ello pongo sobre la mesa las palabras de Agatha Christie: “Lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio y sobre el celibato es esto: hagas lo que hagas te arrepentirás.”

Prefiero mejor regresarme a la película que les platico y compartirles las palabras que tanto la directora como la actriz secundaria (Inma Cuesta) mencionan en una entrevista.

“Mucha gente está viviendo vidas que piensa o le han dicho que debe vivir y con valentía se puede cambiar eso y vivir tu propia vida como crees que la tienes que vivir. Eso le pasa a Julia, la protagonista de esta película, y le pasa a mucha gente que no está viviendo exactamente la vida que quiere, y por miedo no se deja vivir la segunda vida, pero con valentía sí que se puede vivir dos veces”, dice María Ripoll.

“Mi personaje que es una mujer con un cierto sentido de lo que está bien y lo que está mal, cuadriculada, controladora, como en ese camino que emprende se reencuentra con ellos y con ella misma también. Se replantea cuál es su manera de vivir y toma otro rumbo… creo que debemos estar abiertos a vivir dos, tres y cuatro veces. El mensaje que tiene la película, maravilloso, es que en la vida siempre estamos a tiempo de vivir de otra manera, de coger otro rumbo, de tomar decisiones que nos hagan coger otros caminos”, cuenta Inma Cuesta.

Si pueden, véanla, no se arrepentirán, recuerden que seguimos en el mes del amor y la amistad. Además, la cinta pone en perspectiva otras cuestiones que distan de ser menores: la influencia de las redes sociales en nuestras existencias, el conflicto entre lo viejo y lo nuevo, el rol actual de la familia, y de forma por demás espléndida, el día a día de una persona con Alzheimer.

Salud y paz. 

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